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Actualidad

09/02/2019

Las granjas porcinas quieren su revancha

Después de un año con menores márgenes con respecto a los dos anteriores, el nuevo informe de IERAL estima que habría una recuperación en 2019.
PRODUCCIÓN. Tras un 2018 que fue adverso, hay buenas perspectivas para que las granjas puedan mejorar sus márgenes.

El Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea elaboró un informe sobre el balance de la actividad porcina en 2018 y las perspectivas para lo que resta del corriente año.

De acuerdo a las estimaciones difundidas por el instituto, las granjas de producción intensiva de cerdos (250 y 500 madres) de baja productividad que monitorea IERAL tuvieron márgenes netos de explotación negativos durante el 2018. Por cada kilo de capón que produjeron y comercializaron el año pasado perdieron en promedio $3,9 y $2,1 respectivamente (a precios constantes de diciembre 2018). Estas granjas venían de tener resultados positivos en los dos años anteriores (2018 y 2017).

Por su parte, las granjas de alta productividad pudieron sostener sus márgenes en terreno positivo ($2,5 y $3,8, promedio kilo, 250 y 500 madres), aunque con una fuerte caída respecto de aquellos logrados en los dos años previos. En comparación con 2017, el ajuste de márgenes fue de un 74% y de un 65% respectivamente durante 2018, en este segmento de establecimientos.

Al analizar el curso del año pasado, el informe de IERAL, elaborado por Juan Manuel Garzón y Romina Rossetti, indica que “los meses más críticos para las granjas habrían sido los del invierno (julio, agosto y setiembre). Durante ese período, se encuentran márgenes negativos incluso en las granjas más eficientes. Con la llegada de la primavera, los números de la actividad mejoran, observándose un cambio de tendencia. En efecto, el cuarto trimestre trajo buenas noticias, con ingresos que crecieron claramente por encima de los costos (17,4% vs 3,3%)”.

Según IERAL, la devaluación no benefició a las granjas directamente o en la coyuntura. “La devaluación llegó rápido y con intensidad a los costos mientras que pasó mucho más desapercibida en los ingresos. Muchos insumos, que ponderan alto en los costos totales, se encuentran plenamente dolarizados (granos, harinas) o siguen a la moneda extranjera muy de cerca (suplementos, medicamentos, combustibles)”. Por otro lado, la devaluación habría tenido algunos efectos positivos sobre el mercado de las carnes, que en definitiva deberían llegar también a las granjas, aunque menos potentes y más difíciles de precisar.

A partir de la depreciación del peso se encarecieron las importaciones de carne porcina brasileña (tema que generó mucha preocupación y discusión en la cadena en el primer semestre del año pasado), así como el crecimiento de las exportaciones bovinas debido al mayor tipo de cambio. “Respecto a esto último, debe notarse que el gran competidor de la carne de cerdo en el mercado interno es justamente la carne bovina, por lo que una mayor exportación de esta última libera espacio de consumo que pueden luego llenar las otras carnes”, sostiene el informe.

De cara a cómo transitará el 2019 la actividad porcina “existen algunos elementos para ser optimistas respecto de la situación del negocio. La macro debería mejorar respecto del 2018; los salarios mantener o incluso mejorar su poder de compra, la inflación continuar su proceso de ‘normalización’, las tasas de interés bajar algunos peldaños y el tipo de cambio reducir su volatilidad. El consumo interno debiera fortalecerse respecto del año pasado, al igual que las exportaciones”.

“El 2019 habría arrancado mejor de lo que fuera el segundo semestre del 2018, aunque habrá que esperar los números de enero para confirmar esto. Lo anterior no implica que las granjas arranquen el año con buenos márgenes, ni siquiera, algunas de ellas, con márgenes positivos. De hecho, granjas de baja productividad seguían perdiendo entre $1 y $3 por kilo producido en el mes de diciembre pasado. Además, en el cierre del 2018, los saldos técnicos de IVA seguían en terreno negativo (a favor del contribuyente) y los costos financieros en niveles muy elevados”.

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