Un estudio de FADA expresa que, el efecto que tiene un derecho de exportación sobre la producción de un bien, es el de reducir su precio, y por la ley de oferta, su producción. Por el contrario, cuando se reducen estas “retenciones”, mejora el precio que percibe el productor, esto desencadena incentivos a invertir más y producir más, por lo que el resultado termina siendo más producción, más actividad económica, más exportaciones y más empleo.
Cuando se produce más, ingresan más dólares y esos dólares contribuyen a atender los compromisos del país. Si algo queda claro de la corrida cambiaria de los últimos dos años y de, prácticamente, todas las crisis económicas del país, es que el país necesita los dólares. Y los dólares los generan de manera genuina produciendo y exportando más, o los tiene que salir a pedir prestado, o debe incumplir sus obligaciones, tanto con los acreedores externos como con los propios argentinos. Es así que, con los derechos de exportación se puede mejorar el resultado fiscal, pero al mismo tiempo se deteriora la balanza de pagos y la actividad económica, que son los caminos genuinos para que el país crezca.
Según el informe de FADA, un primer impacto de bajar derechos de exportación, e impuestos en general, es que se genera un efecto de impulso a la producción. Comparando las cosechas 14/15, con derechos de exportación del 35% para soja, 23% para trigo y 20% para maíz; vs. la campaña 18/19, con derechos de exportación (a noviembre) del 24,7% para soja, 6,7% para trigo y 6,7% para maíz; el área cultivada se incrementó en 2,4 millones de hectáreas.
El incremento de área sembrada, se tradujo en incremento de toneladas producidas. La producción de maíz creció en 23,2 millones de toneladas (+69%), la de trigo en 7,7 (+68%), la de girasol en 700.000 y la de maní en 300.000. Al mismo tiempo, la soja cayó 6,4 millones de toneladas, cebada 900.000 y sorgo 1,5 millones. En total, la producción creció en 23,1 millones de toneladas.
Estas 23 millones de toneladas más que se produjeron, significaron 3.097 millones de dólares más sólo en 2019, con los mayores aportes positivos de maíz y trigo y negativos de soja y sorgo. Son más ingresos de divisas al país, más actividad económica y más empleo.
FLETES. En términos de fletes, las 23 millones de toneladas, significaron que en 2019 se necesitaron 769.200 fletes más para trasladar la producción, por nombrar sólo uno de los impactos de lo que significa la mayor producción. La mayor producción significó un valor en fletes de 26.617 millones de pesos. Lo que representó 10.809 millones de pesos en impuestos.
EMPLEO. Sólo en el sector de transporte y logística, se crearon 17.500 puestos de trabajo entre 2015 y 2018 (último dato disponible) ligados a la actividad de transporte y logística de las cadenas agroalimentarias y agroindustriales. Así, sólo en este sector, los puestos de trabajo relacionados a la carga agropecuaria, significaron 279.680 puestos de trabajo en 2018, incluyendo asalariados registrados, asalariados no registrados y no asalariados (ej.: camionero cuentapropista).Si se estima para todas las cadenas agroalimentarias y agroindustriales, se crearon 108.973 puestos de trabajo. Dentro de ese aumento de empleos, algunos ejemplos: la actividad “servicios agrícolas” aportó la creación de 58.025 puestos de trabajo. En “la producción y procesamiento de carne y productos cárnicos” se crearon 8.117 puestos, y en la “elaboración de productos de molinería” 3.804 nuevos puestos de trabajo, entre otras áreas que sumaron empleos.
FISCAL. Siguiendo con la comparación de campañas, 14/15 con más derechos de exportación y 18/19 con menos, por cada peso que se redujeron los derechos de exportación, el Estado recuperó de manera automática por el impuesto a las ganancias y el impuesto a los créditos y débitos bancarios[1] el 51,3% en soja, el 92,4% en maíz y el 88,7% en trigo[2].
Además, por cada 1% que bajaron los impuestos, por efecto de la baja de derechos de exportación, subieron 16,78% las hectáreas cultivadas con maíz y 9,94% las cultivadas con trigo. En cuanto a la recaudación fiscal global, por cada dólar que el Estado dejó de recaudar de manera directa, aumentó en 2,22 dólares el valor de la producción.
INVERSIÓN. En el caso de la maquinaria agrícola, si se comparan los primeros tres trimestres de 2019 versus los primeros tres de 2015, el incremento en las ventas fue del 81,4% [1]. Por el lado del consumo de fertilizantes, entre 2014 y 2018 se produjo un incremento de la fertilización del 37,9%.
PRECIOS. En este contexto, el precio FOB real de la soja está en los niveles más bajos de la última década. Utilizando dólares constantes de septiembre de 2019, ajustado por IPC de Estados Unidos, el precio de la tonelada de soja de USD 347 de septiembre, es un 44,5% más bajo en términos reales que el de marzo de 2014, o 28,2% más bajo que el de septiembre de 2009. Si tomamos como ejemplo lo sucedido en el Departamento Río Cuarto, la producción creció en 1.267.905 toneladas entre las campañas 14/15 y 18/19. Con el principal incremento en maíz, que creció en 1.806.207 toneladas.
Otro cálculo que se puede hacer, es cuánto significan los derechos de exportación para toda la producción de soja, maíz y trigo del Departamento Río Cuarto, con un valor de 1.442 millones de dólares. Por cada 5% de alícuota de derechos de exportación para estos 3 cultivos, salen de la región de Río Cuarto 72 millones de dólares, un aproximado de 4.327 millones de pesos. Para tener una referencia, el presupuesto aprobado para el año 2019 de la municipalidad de Río Cuarto fue de 4.221 millones de pesos.
Fuente. FADA
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