“China no vendrá a dominarnos. China propuso tratados de libre comercio a Brasil y la Argentina. Ambos países se hicieron los distraídos. Pero no debatir eso, cada vez nos saldrá más caro. La falta de adaptación se paga con oportunidades perdidas o con pobreza”. La cita es de Guillermo Santa Cruz, quien coordinó el panel sobre este país en el simposio Mercosur y China más Países Árabes en 2030, Estrategias en los Negocios para un Mundo en Desarrollo, organizado por el Programa de Agronegocios y Alimentos (PAA) y la Cátedra de Agronegocios de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) los días 13 y 14 de abril.
Su frase tiene la contundencia y la fuerza de alguien que sabe de qué habla. Porque el hombre es licenciado en Economía recibido en la Escuela de Negocios Internacionales de la Universidad BCLU de Beijing, la capital china, donde vivió 8 años. Además de estudiar economía y el idioma, trabajó en la embajada argentina allí como asistente técnico en temas agrícolas. Y en el ámbito local, lo hizo como consultor externo del Ministerio de Agricultura de la Nación en proyectos de desarrollo económico y comercial.
Los acuerdos con China, un acierto
El analista internacional Jorge Castro hizo un paneo por la realidad económica mundial de las últimas décadas y la influencia geopolítica de las relaciones económicas internacionales en el mundo actual. Explicó que los servicios crecen más rápido que la industria (12% y 8,3%, respectivamente, en 2014) y que los ingresos per cápita de la población rural se expandieron más rápido que los de la urbana (12,3% y 10%, respectivamente, en 2014).
Respecto de China, citó que ese país tiene actualmente 450 millones de consumidores online; que su fuerza de trabajo se redujo en 3,7 millones de trabajadores en la última década; que en 2030 tendrá 50 milllones menos de trabajadores pero con mayor productividad; y que los salarios reales aumentaron 20% anual en los últimos 3 años.
En tanto, sobre la tantas veces mencionada “desaceleración de la economía china” -la mayor del mundo con u$s17.900 millones de PBI-, sostuvo que “no disminuye su influencia mundial como país, sino que la aumenta”. También señaló que en el mundo se ha modificado la composición del empleo, ya que en 2014, por primera vez desde 1978, los servicios son los primeros en generar puestos de trabajo.
Sobre la importancia que China tiene en la economía mundial, Castro dijo que ese país tiene necesidades de inversiones por u$s8 billones, según el Banco Mundial. Y citó la constitución del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, con aportes de capital del propio país y de Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido. “Su objetivo -explicó- es convertir al Reino Unido en el centro de inversión china en Europa, incorporando el ahorro doméstico chino (unos u$s5 billones o 3 billones de euros) al sistema financiero internacional».
Según citó Castro, para el Reino Unido China triplicará su PBI en los próximos 15 años, pasando de los u$s10 billones actuales a u$s30 billones en 2030. Mientras que, en ese mismo año, su ahorro doméstico pasará de u$s5 a u$s12 billones.
“La clave de la relación argentina con China tiene que ver con la producción agroalimentaria, una de las mejores del mundo”, enfatizó Castro. Y recordó que “300 millones de campesinos pasarán del campo a las ciudades hacia 2030. Y aumentará la demanda de alimentos 2 veces por encima de la tasa de crecimiento de su población, protagonizando la mayor transición dietaria de la historia”.
El especialista agregó un dato clave y revelador: “China ha abandonado el autoabastecimiento de alimentos y ha puesto su seguridad alimentaria en manos de 3 países: Brasil, los Estados Unidos y Argentina”. En tal sentido, señaló que según datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) las importaciones chinas de soja llegarían a 120 millones de toneladas en 2022/23, crecimiento que se dará por el aumento vertiginoso del consumo de carne aviar, porcina y vacuna.
Castro no duda en que “un tratado de libre comercio entre Brasil, Argentina y China se dará en los próximos 5 años, a raíz de las inversiones del país asiático dirigidas a la industria y a la infraestructura de ambos países”.
Y concluyó: “Para el siglo XXI es crucial la relación con China. Los acuerdos son el mayor acierto de la política exterior argentina de los últimos años”.
Armonizar la oferta agroalimentaria
Especialista en comercio agrícola internacional, consultor y destacado durante muchos años como agregado agrícola argentino ante la Unión Europea, Gustavo Idígoras explicó a su turno cómo deberían hacer la Argentina y el Mercosur para venderle a China, tarea que debería partir de una armonización de su oferta.
Lo hizo apelando a un trabajo del Grupo de Productores del Sur, una entidad privada que reúne a productores agropecuarios y empresas alimenticias del llamado Mercosur histórico (la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), que sostiene que la única manera de dar respuesta a los desafíos alimentarios mundiales es con un esquema de integración real y eficiente, es decir, logrando una economía de escala que sea una plataforma exportadora, mirando hacia adentro de la región y armonizando realmente la oferta externa entre los cuatro países. “Para eso, debemos lograr primero la libre circulación de productos agroalimentarios en la región”, advirtió.
Se trata de un objetivo buscado, pero por ahora no encontrado, pese a los infructuosos esfuerzos que se hicieron durante años. Explicó Idígoras que funcionarios y dirigentes del “Mercosur Agroalimentario” se reunieron más de 5.000 veces, pero nunca avanzaron en materia de políticas agrícolas. “Solo en materia sanitaria se avanzó en lo genético y en un pasaporte común para equinos”, citó. En temas fitosanitarios, menos de un 1% del comercio del Mercosur se encuentra armonizado, al tiempo que existen varios acuerdos que no se cumplen. Y también se desactivaron los grupos de trabajo en bioenergía. Para Idígoras, el principal problema es que se logran acuerdos que no se incorporan a las legislaciones nacionales, porque no son vinculantes.
“Hay un Mercosur Agroalimentario, pese a esto, muy activo en el CAS (Consejo Agropecuario del Sur, ente regional que reúne a los ministros de agricultura del Mercosur histórico más Chile y Bolivia). China está en la agenda desde hace 4 años. Pero también pasa algo parecido. En el CAS, los ministros se reúnen 3 veces por año, intercambian información, pero solo existen recomendaciones«, señaló.
Peor está en este tipo de encuentros el Mercosur, que hace 10 años que no tiene reuniones de ministros del área agroalimentaria. “Hay un Mercosur institucional inactivo, con estructuras que no funcionan, con pocos resultados que no se cumplen. Hace 10 años, que tampoco está en la agenda que el grupo sea una plataforma exportadora común”, explicó. Sostuvo que si el bloque regional no armoniza sus normas, no se podrá lograr una plataforma exportadora. “Hay que eliminar controles fronterizos, armonizar requisitos y laboratorios regionales, reconocer sistemas nacionales del registro y mutuamente las habilitaciones, facilitar los trámites vía electrónica y terminar con los papeles. Y también crear un centro regional común de evaluación de riesgos, que valide y reduzca de 8 a 2 años los trámites de apertura de mercados para nuestros productos hacia el exterior”, enumeró Idígoras como deberes pendientes.
¿Qué actitud tomarán los países miembros en estos temas? Para el especialista, Uruguay es un aliado natural y tiene una estrategia exportadora, al igual que Brasil, donde en su Ministerio de Agricultura domina el concepto de agronegocios. Paraguay tiene y sigue buscando mayor inserción internacional, y la Argentina está expectante. Nada se sabe de la actitud de Venezuela al respecto, el más joven y menos agroalimentario de los miembros del bloque.
Mercosur: una región apetitosa para el mundo
Finalmente fue el momento de Félix Peña, especialista en Comercio Exterior y director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC, perteneciente al banco homónimo de capitales chinos. Él recalcó que el Mercosur es una de las regiones “apetitosas” del planeta, razón por la cual es importante tener una estrategia clara de inserción comercial internaciona, que defienda los intereses regionales y nacionales. Dijo que “el mundo será por mucho tiempo G0, donde cada uno irá por la suyas, habrá ganadores y perdedores, y hayPeña, que integrarse a él con activos”.
“El mundo se ha vuelto altamente complejo. Hay que asumir la complejidad. Hay que hacer un gran esfuerzo de concertación entre sector público, privado y académico. Si eres apetitoso y no te preparas para competir, vos hiciste tu elección. No es que vino gente mala y te dominó”, advirtió Peña, explicando que el país debería elegir correctamente y prepararse de igual modo para lo que se viene en materia agroalimentaria, como proveedor del mercado mundial.
En este sentido, precisó que la Argentina debe proveer alimentos inteligentes, con tecnología. “Eso da por tierra con el enfrentamiento entre campo e industria, porque hay mucho de conocimiento, talento y tecnología en la producción de alimentos que se viene, entre otros motivos, por la creciente explosión demográfica de Asia y África por el aumento poblacional de las clases medias urbanas», señaló.
El experto sostuvo que el mundo que viene será multiplex, es decir que tendrán importancia todas las regiones del planeta. Esto es así debido a la hiperconexión cultural, virtual y física del mundo actual. “Estamos ante las nuevas grandes ‘rutas de la seda’, por el desarrollo de la infraestructura física orientada a los países de Asia y África, tanto en transporte terrestre como aéreo”, explicó. Pero al respecto, Peña sostuvo que existe una falsa idea sobre la importancia del Pacífico para llegar a Asia, ya que en algunos casos es más corta la navegación por los océanos Atlántico e Índico para llegar a ciertos países. “Hay que estar mentalmente cerca de Asia”, opinó.
Para Peña, en este contexto, un país como la Argentina tiene que plantear una estrategia de inversión dirigida a todas las regiones. “Esto requiere mucha capacidad de organización, de diagnóstico y de articulación con otros”, afirmó.
Respecto del Mercosur, sostuvo que el bloque sufre una metamorfosis para que funcione distinto y mejor. Y que no debe haber un dogma político sobre cómo deben trabajar juntos los países que lo integran. “Nada debe atarnos ni tenemos que atarnos a una idea preestablecida. En vez de un tratado de libre comercio, habría que hablar de un acuerdo de cooperación y armonización”, opinó.
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