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30/10/2020

Brecha cambiaria y precio de la carne

El presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de las Carnes (Ciccra), Miguel Schiariti, analizó el impacto de la brecha cambiaria.
El REC es el único documento válido para amparar el traslado automotor dentro del territorio de carnes y subproductos derivados de la faena.

Por Juan Ignacio Erreca

En el marco de un año que no pasará desapercibido para ningún rubro de la economía, el presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de las Carnes (Ciccra), Miguel Schiariti, aceptó dialogar con Tranquera para analizar diferentes aspectos que hacen al futuro de la actividad y realizar un balance de lo que deja hasta el momento este convulsionado 2020. 

-Este año hubo nuevamente una merma importante en el consumo de carne vacuna en el mercado interno. ¿Cuál es tu análisis al respecto?

-Esa caída sucede desde hace bastante tiempo y 2020 es el peor en más de 9 años. Uno de los motivos principales es que un 40% de la población argentina trabaja de forma no registrada. Desde abril hasta julio, esos trabajadores, que con una changa compraban la comida para el día siguiente, no salieron más de sus casas.

Si medimos septiembre del 2020 comparado con el mismo mes del 2019, se produjo una baja de 1,5 kilos (per cápita). Estamos en unos 48,5 kilos (por habitante), cuando el año pasado eran 50. Si lo medimos respecto a septiembre del 2018, la merma es de 7,5 kilos.

En definitiva, el principal problema para el consumo de carne vacuna pasa por la pérdida del poder adquisitivo del salario. Esta depreciación del peso, de manera permanente, hace que los sueldos cada día valgan menos, sumado a que los convenios colectivos (de trabajo) fueron muy por debajo de los niveles de inflación. Sobre todo durante este último año.

-En tanto, el pollo y el cerdo han ido ganando terreno. ¿Cómo se explica esta tendencia?

-El pollo está entre 47 y 48 kilos. Mientras que el cerdo, que venía de los 12 o 14 kilos, ya debe estar en 20. Aunque tiene algo que ver con el precio, hay un cambio de hábitos de consumo. Hoy el cerdo no tiene detractores. En algún momento era mala palabra para los médicos, porque decían que era muy graso y tenía mucho colesterol, pero eso ya no ocurre. Cambió la genética y es sabroso, por eso la gente empezó a consumirlo más.     

-Por otra parte, hubo un incremento, en Capital y GBA, en los precios de los cortes populares de carne de vaca, que según informaron ustedes desde Ciccra va en un promedio del 20%, y llegan al 32% en algunos casos. ¿A qué se debe?

-Esto ocurrió, básicamente, en marzo. Hubo una adecuación de precios. El valor de la carne venía muy atrasado y en la primera semana de ese mes hubo una paralización de la comercialización, (en protesta) por el aumento de las retenciones a los granos y la carne. Después hubo tres semanas de lluvias de 40 o 50 milímetros, lo que dificultó el ingreso de hacienda a los mercados. Esa caída de la oferta hizo que el precio aumentara un 20% inicial. Luego mantuvo esos valores y siguió incrementándose al compás de la inflación, entre el 1,5 y 2% (mensual) como el resto de los productos. 

-¿La suba de los dólares paralelos repercute en el precio de la carne más allá del tipo de cambio oficial?

-Sí, afecta. La depreciación continua que sufre nuestra moneda hace que los productores al vender una jaula de “gordos” no quieran quedarse en pesos. Los terneros de recría, que empiezan a venderse en marzo, y que en ese momento valían entre 100 y 105 pesos (por kilo), pasaron a costar 150 pesos actualmente. Fue aumentando el precio de manera muy significativa, a causa de la presión de aquel que vendía animales terminados, que como no podía hacer otra cosa con los pesos, volvía a poner la plata en un producto que de alguna manera siempre, más tarde o temprano, mantiene su valor. Es decir, aumentó el costo de la carcasa para ponerle kilos.

Además la devaluación por un lado, y la sequía por el otro, provocaron que el maíz pasara a costar de 150 a 200 dólares. Hoy los “feedloteros” están perdiendo de manera importante, y por eso no tienen otra alternativa más que terminar la hacienda y venderla. Prácticamente, no están reponiendo animales.

-Concretamente, ¿de qué magnitud es esa pérdida que están sufriendo?

-Es de unos 25 pesos por kilo. Realmente es una locura.

-Ya hablamos de las distorsiones que genera la brecha cambiaria en el mercado interno. ¿Pero cómo repercute en las exportaciones?

-El exportador, que comercializa normalmente, lo hace al oficial. Pero en este momento la brecha es tan grande que algunos que no tienen fábrica, como matarifes o incluso operadores del sector financiero, están exportando carne porque subfacturan. Por ejemplo, lo que vale 3500, lo facturan a 3000, y los restantes 500 los ingresan por un circuito paralelo o ilegal. Entonces, tienen un margen de 20 o 25 pesos por kilo. Esta situación ha comenzado a interferir también sobre el mercado interno. Porque compran animales, que van habitualmente al consumo doméstico, para mandarlos a exportación. Esto se debe a que tienen un margen que antes no existía. Pero, insisto, esa es una comercialización fraudulenta, por llamarla de alguna manera, para esquivar impuestos. Aunque los tradicionales exportadores no lo llevan a cabo. Lo están haciendo operadores que, una vez terminada la brecha, van a dejar de hacerlo. Incluso hay algunos “cueveros” jugando con esto. De hecho, hoy podés ver que en los medios se habla de “manos amigas” que salen a vender 200 mil o 300 mil dólares en el mercado paralelo. Esos son operadores que exportan con subfacturación y después la ingresan de otra manera, o bien importadores que sobrefacturan sus compras para conseguir una mayor cantidad de dólares al pecio oficial.

Fuente: www.tranquera.com.ar

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