En su encuentro de fin de año, las Cuatro Cadenas de cultivos extensivos (Acsoja, Argentrigo, Asagir y Maizar), el presidente de Asagir, Juan Martín Salas Oyarzun, leyó el mensaje de las asociaciones, donde se señala que “toda limitación arbitraria de las exportaciones genera imprevisibilidad y confusión en el principal ordenador de las inversiones económicas: el precio. Sin precio cae la producción, sin producción no hay valor agregado posible y mucho menos inversiones productivas y empleo”.
En el mismo sentido, las Cuatro Cadenas entienden que “los impuestos a las exportaciones lógicamente terminan siendo transferidos a través de la cadena, impactando con más fuerza en el sector primario, justamente el eslabón más relacionado con el desarrollo territorial. Si se descapitaliza al eslabón base de la agroindustria a través de mayor presión impositiva, caerá la producción total, serán más perjudicados los pequeños productores y de regiones periféricas, sacándolos en muchos casos del sistema productivo. No hay lugar para más impuestos. Con menos producción disminuirá la recaudación fiscal, finalmente no resultando el efecto inicial de la medida. El Estado debe buscar otras alternativas, apuntando en primer lugar a reducir costos superfluos de la política”.
Desde las entidades que representan a las cadenas del trigo, el maíz, la soja y el girasol sostienen que “los avances en la transparencia de las operaciones comerciales, la simplificaciones tributaria y registral a nivel nacional y provinciales deben profundizarse como políticas de Estado. La confiabilidad y el respeto internacional del Senasa son también un activo invaluable a preservar, no solo para el sector sino para todo el país. Apoyamos las políticas de estabilización de las variables macroeconómicas. Es evidente que la pérdida de valor del peso y las altas tasas de interés hacen muy difícil el desarrollo de inversiones productivas, en especial las de largos plazos”.
Con respecto al futuro, las Cuatro Cadenas solicitan al nuevo Gobierno Nacional “una política de Estado público – privada que atienda a los riesgos climáticos de los productores y proveedores de insumos y servicios, como ocurre en los países competidores. Esto toma relevancia hoy, especialmente, cuando una notoria sequía comienza a afectar seriamente el potencial productivo de muchas zonas. Esto inevitablemente traerá aparejado el quebranto de los productores de las zonas más alejadas”.
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