Trigo en Balcarce. FOTO: Archivo

Con la disyuntiva de hacer o no trigo, el productor encara una nueva campaña con el convencimiento de que, a pesar de las restricciones que le plantea el gobierno y las cuestiones climáticas que debe afrontar, aprendió que si hay humedad en los perfiles
hasta casi los dos metros, su decisión será acertada.

Miguel Boxler es Coordinador de las Redes de Ensayo de los CREA Sur de Santa Fe y
considera que el productor debe siempre buscar el techo de producción y arrancar la
siembra con un piso de 3.000 kg. «Hacer coberturas fertilizando poco y con semillas
malas para lograr un rinde de 1.000 kgrs. es contraproducente, no aporta nada y quita cobertura», afirma.

Para el especialista es fundamental contar con agua en el suelo. También lo es un
correcto análisis que diagnostique el estado de los perfiles de cada región y sobre esta
base determinar una fertilización balanceada con tres elementos que conforman, junto a la humedad, las cuatro nutrientes que sustentan un buen cultivo extensivo: nitrógeno, fósforo y azufre.

Para los científicos, si bien son 17 los nutrientes considerados esenciales para el crecimiento y desarrollo de las plantas, estos junto al magnesio y al potasio conforman el
grupo de macronutrientes por la cantidad requerida y la frecuencia en su deficiencia.

Boxler sostiene que el trigo genera una alta respuesta a la aplicación de fósforo en la
siembra y que es muy beneficioso aplicar por lo menos 120 kg o más. Es muy importante
la forma de distribución, porque si se lo aplica en líneas, de 21 a 15,5 no es lo mismo
que ponerlo clavado a 52 cm. Es muy valioso entender que si la cantidad de fósforo que
se extrae alcanza a más de 20 partes por millón, los análisis de suelo se deben hacer
cada tres campañas y si por lo contrario está por debajo de ese nivel hay que devolver,
como mínimo, lo que se lleva el cultivo.

Lea la nota completa en SuperCAMPO N°237, junio de 2014. Para suscribirse, haga click acá.

26 de junio de 2014