“La devolución de retenciones del trigo genera muchas dudas por la falta de credibilidad de los anuncios del gobierno. De todas formas, aún en el caso de que se aumente un 15 o 20% el área sembrada a raíz de la medida, recién estaríamos hablando de 4 millones de hectáreas, una cifra muy baja para nuestro país”. Así lo analizó Gustavo López, director de la consultora Agritrend, durante el primer panel del congreso A Todo Trigo, que entre el miércoles 9 y el jueves 10 últimos la Federación de Acopiadores organizó en el Hotel Sheraton de Mar del Plata con la asistencia de más de 1100 personas.
En el primer módulo temático, dedicado al análisis de los mercados internacionales y la coyuntura local que vive el cereal, López señaló que en los últimos 15 años el área promedio de trigo ha sido de al menos 5 millones de hectáreas, una producción consolidada previamente a la intervención de los mercados de 2006/2007. “Hoy no sólo tenemos el área más baja en 110 años, sino que además la exportación se ha reducido a los niveles más bajos desde 1978, época de grandes problemas climáticos”, advirtió.
Otro “récord” señalado por López es el mínimo nivel de exportaciones a Brasil, “lo cual es un absurdo, teniendo en cuenta las ventajas arancelarias y de otro tipo que tenemos con ese país”, opinó. Por último, fijó su atención en los grandes diferenciales de precios respecto de los internacionales, a los que denominó como una suerte de “costo argentino”. Como consecuencia de todos estos factores, el especialista sostuvo que “Hay incertidumbre en materia de siembra, al margen de todos estos anuncios que se están dando en estos últimos días”.
En cuanto a los mercados internacionales, López apuntó que se puede ver una recomposición de la oferta mundial en la mayor parte de los productos, incluido el trigo. Sin embargo, señaló un incremento simultáneo de los consumos totales, configurando una situación de tendencial equilibrio entre la oferta y la demanda. “En este marco, pienso que habrá una leve recomposición de los stocks, con precios internacionales relativamente buenos”, analizó. Además, destacó que los precios actuales “son buenos en relación a los de los últimos 30 años”.
Haciendo un balance de todas estas variables, López concluyó que aunque haya anuncios auspiciosos, falta credibilidad en las políticas oficiales, se vislumbra mucha incertidumbre en cuanto al incremento de la siembra, y no se ven en el horizonte políticas consensuadas con los países del MERCOSUR, cuando “deberíamos estar produciendo para abastecer la creciente demanda de esta región”.
Nuevas perspectivas
Leandro Pierbattisti, asesor de la Federación de Acopiadores, hizo referencia a las potencialidades del trigo argentino en el mundo en los próximos 10 años, para luego fijar la mirada en aquellos factores que impiden que éstas se desplieguen.
En primer lugar, señaló que, en un mundo con una gran explosión demográfica, que necesitará cada vez más trigo en lugares donde no se produce –China, India, Argelia, etcétera– nuestro país tiene el privilegio de estar entre los 25 y los 55 grados de latitud, condición excluyente para la producción del cereal. Además, resaltó que no sufre la competencia de los países del Mar Negro debido a la contra-estación de sus respectivas cosechas en el mercado.
Sin embargo, advirtió que los productores locales carecen de todo tipo de señal de mercado normal. “En 2012/2013 –ejemplificó– nadie sabía qué iba a pasar con el maíz, pero con el trigo sí: las señales de alarma sobre sequía en Rusia estaban desde abril, pero ¿qué puede hacer el productor argentino si tiene impedimentos para ver estas señales?”.
Por otro lado, Pierbattisti hizo referencia a los problemas de calidad del trigo argentino, una problemática a tener en cuenta cuando grandes importadores dejaron de comprar harina para moler ellos mismos el cereal, y países como Irán e Irak tienen importantes exigencias de calidad. En este sentido, resaltó la importancia de hacer segregación tanto a nivel del acopio como en la producción y tener lotes homogéneos. No obstante esto, indicó que “Argentina tiene una calidad media que le permitiría abastecer a los países relativamente exigentes”.
El especialista hizo también referencia a la falta de previsibilidad de nuestro país frente a los importadores: “sean éstos públicos o privados, es gente que no está preocupada por lo que se va a sembrar este año o el que viene. Lo que les importa es cuánto se va a producir de acá a 10 años, y qué calidad tendrá esa producción. Lo que quieren es garantizarse su demanda futura”.
Hacia el final de su disertación, Pierbattisti señaló la necesidad de mirar a Brasil: “Tenemos al lado al segundo importador mundial de trigo, y no puede ser que no se pueda coordinar una política enfocada a saber qué está pasando en ese mercado”.
“Este presente que estamos viviendo va a ser pasado muy rápido, por eso es tan importante dar previsibilidad a los importadores y saber cómo se van a comportar”, advirtió.
La visión norteamericana
El panel sobre mercados culminó con la perspectiva de los Estados Unidos, aportada por Todd Davis, de la American Farm Bureau Federation. Para contextualizar su intervención, el experto comenzó explicando que los dos cultivos que predominan en ese país, y que determinan el destino de los demás son la soja y el maíz. En el caso de este último, fuertemente traccionado por el etanol –cuyo porcentaje de uso en el combustible se fue aumentando como política para nivelar la demanda–, ha crecido un 200% desde el año 2005.
En este contexto, varios Estados en los que se cultivaba trigo –como el caso de Nebraska– fueron reemplazándolo paulatinamente por soja y maíz.
Con respecto al trigo “duro” –de invierno– sembrado en otoño de 2012/13, Davis señaló que sufre de muchos problemas de calidad debido a la sequía, y que fue una de las peores cosechas de los últimos 10 años. Por otra parte, respecto del trigo “blando”, o de primavera, los productores no saben si sobrevivirá a las inclemencias del tiempo. No obstante, indicó que “los productores pudieron seguir sembrando trigo por los seguros que tienen para mitigar los resultados de las malas cosechas”.
“Seguramente tendremos una cosecha reducida de trigo”, señaló Davis hacia el final de su intervención, pero advirtió que si bien en Estados Unidos reina la volatilidad para la exportación de este producto, al estar atado a la capacidad de producción que le deja el maíz –mucho más atractivo como commodity– “otros jugadores a nivel internacional sí estarán aumentando su producción”.
Qué hacer con la cebada
Tanto López como Pierbattisti hicieron referencia a la situación de la cebada en el país. El primero hizo hincapié en que el 87% de la cebada local es forrajera, por lo que su precio está atado a las existencias mundiales de forrajes. “Si hay buena cosecha forrajera en el mundo, los precios de la cebada se van a ir para abajo”, señaló. En este marco, sentenció que “la ilusión de que la Argentina sea el primer productor de cebada del mundo no puede durar más de dos años, y mucho menos en detrimento del trigo”.
Pierbattisti, por su parte, señaló que los productores harían bien en enmarcar su decisión sobre la cebada en términos de una planificación estratégica que tenga en cuenta la posibilidad de continuidad. “La cebada es un mercado de 18 millones de toneladas en el mundo, 14 millones para forrajes, y 4 de cebada cervecera. Es un mercado interesante en la medida en que mantengamos un área determinada para darle visibilidad a la demanda de una cierta continuidad”, advirtió.
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