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Actualidad

15/04/2020

«Habían demonizado al agro como contaminante»

Gustavo Oliverio, de Producir Conservando se refirió a los bajos niveles de contaminación ambiental durante las cuarentenas.
Los potreros tienen boyero eléctrico y se hace pastoreo por oferta. El tamaño de las parcelas se maneja según la estación del año. La consigna es manejar el pasto y no la tierra.

En septiembre del año pasado, la adolescente activista sueca Greta Thunberg y otros 15 integrantes del movimiento juvenil contra la crisis climática, presentaron un informe ante las Naciones Unidas denunciando a la Argentina, Francia, Alemania, Brasil y Turquía.

Sobre Argentina y en lo referido a la actividad agropecuaria, el informe dice que “la ganadería es un importante motor de emisiones, produciendo emisiones de metano y estresando los bosques a través de la invasión de tierras de pastoreo”.

Desde que comenzaron a pararse las actividades en todo el mundo para prevenir los contagios por cononavirus, se han observado grandes retrocesos en los niveles de contaminación, sobre todo en las grandes ciudades, entre el 25 y el 50 por ciento.

Gustavo Oliverio, asesor y coordinador de la Fundación Producir Conservando conversó con Super Campo y comentó que “cuando aparecieron las imágenes satelitales no se hizo más que confirmar lo que dicen todos los estudios, que las emisiones de gases efecto invernadero se producen básicamente por el uso de combustibles fósiles y todo lo que tiene que ver con la energía y el transporte. Como todo se paró de golpe, se vio que no había emisiones mientras el campo seguía trabajando normalmente”. 

Según Oliverio, “el campo y la actividad agroindustrial siempre ha tenido una porción minoritaria en las emisiones. Se demonizó porque se puso de moda y porque los veganos hicieron un poquito más de ruido que de costumbre demonizando a las vacas, pero nada tenía que ver con datos de la realidad”. 

Para el coordinador de la Fundación Producir Conservando, “tomar el balance de carbono en lugar de las emisiones es la forma de mirar si una actividad degrada o no el medio ambiente. Porque una cosa es emitir y otra es fijar como lo hace la agricultura a través de la fotosíntesis. Tenemos un balance de carbono positivo en nuestra actividad agroindustrial”.

Con respecto a las acciones que está realizando Argentina para demostrar la menor huella de carbono que genera la actividad agropecuaria, Oliverio sostuvo que “el INTA tiene varias líneas de trabajo que esas mediciones y sean tomadas en cuenta por los centros de investigación a nivel mundial al catalogar a los países por sus niveles de emisiones. Lo ideal es que se califique por el nivel de balance, que es donde nosotros somos muy buenos. Tenemos un sistema productivo muy sustentable con la siembra directa, por ejemplo”.

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