Con una inversión de 300.000 dólares, Luis Urdangarin, productor de Carlos Tejedor, decidió incursionar con su campo en la producción de energía de alternativa, que vende a la cooperativa local a partir de la producción de gas metano generado por los efluentes provenientes de su feedlot La Micaela. En 2017, el establecimiento facturó por energía unos 950.000 pesos y la venta de carne representó unos 8 millones de pesos al año. La producción de bioenergía representa cerca del 10 por ciento del movimiento total de dinero de la empresa.
El feedlot fue construido en un sector del campo de 258 hectáreas, con una capacidad hotelera para el engorde de 1.000 vacunos. La mitad es alojada en corrales con piso de hormigón, la otra mitad, en corrales con piso de tierra. Del total del campo, se destinan a la agricultura 55 hectáreas de muy buena calidad y otras 50 con menor calidad: “Nos permite generar alimentos en condiciones muy buenas para nuestros animales”, consigna el ganadero. “En el campo tenemos 150 hectáreas con una calidad de regulares para abajo, donde ‘Cultivamos pelo de chancho de primera’”, ironiza el productor cuando le cuenta a Super CAMPO el desarrollo del proyecto. Éste es el campo que eligió el IPCVA para una nueva presentación.
A la superficie total del campo La Micaela, se le sumaron 190 hectáreas alquiladas a una hermana, de las cuales 100 son totalmente agrícolas “en las que sembramos los alimentos para los animales y las 90 restantes son de pastizales naturales”, detalla el productor. En los dos corrales construidos con piso de hormigón, cada animal necesita un promedio de tres metros cuadrados para hospedarse: en la parte de tierra se necesitan 20 metros cuadrados
por cabeza. Los corrales de hormigón tienen una calle interna para facilitar la limpieza y el traslado del estiércol a la pileta en la que luego será tratado para generar el proceso de biodigestión que terminará con la generación del gas metano.
MANEJO. Los corrales con piso de cemento están equipados con media sombra y un sistema de aspersores utilizados en días de mucho calor para mantener confortables a los animales. Además de engordar los animales a corral, también “tenemos unos 150 vientres que nos permiten obtener el 20% de los terneros que se mandan a engorde con 185 kilos. La recría la hacemos a campo sobre pasturas de alfalfa, festuca, trébol blanco y lotus durante gran parte del año, pero en invierno se hace a corral”, explica el productor. “En diferentes épocas del año, los animales son llevados a los bajos para alimentarlos lo mejor posible y mejorar la calidad de los suelos que no son pastados con el biofertilizante orgánico”, agrega Urdagarín.
El feedlot La Micaela se autoabastece: “La totalidad de los alimentos se producen en nuestro campo, se preparan con silo de planta entera, sorgo, maíz, cebada y alfalfas. Los núcleos proteicos se compran a proveedores de la zona”, detalla el empresario.
REPOSICIÓN. La reposición se realiza con un 20% de hacienda propia “el resto de los animales, hembras y machos, los compro en forma particular en campos de la zona, yo los elijo, los cotizo y pago al productor”, asegura el ganadero por vocación. Los terneros ingresan con un peso promedio de 185 kilos y salen como novillos con 360 kilos en promedio luego de permanecer en los corrales entre 90 y 120 días, según las necesidades. En 2017, se produjeros 750 gordos. Urdagarín asegura que con la construcción de los corrales con piso de hormigón logró una mejora cercana al 20 por ciento en la ganancia de kilos de carne por animal. “Cuando el animal está sobre tierra, en verano solo come de noche. En cambio cuando el corral tiene piso de hormigón, media sombra y aspersores, el vacuno come todo el día” añade.
BIOENERGÍA. Para la generación de biogás y posterior transformación en bioenergía, el propietario de La Micaela construyó los corrales con los pisos de hormigón con pendientes hacia una calle central en la que se recoge el estiércol de los bovinos para volcarlos a un tanque de recepción y luego pasará al biodigestor. “Este trabajo lo hacemos, al menos dos veces por día,
retiramos a los animales del coral por unos 15 minutos. El maquinista ingresa con la pala frontal repasa el piso y acumula el estiércol en la calle central; luego lo descarga en esa pileta y de allí pasa al biodigestor, donde recibe calor y es agitado por un sistema de hélice para producir el gas metano”, detalla el productor.
Urdangarín recuerda que la idea de desarrollar el sistema de producción de energía, “la pensé en 2012. Luego me vinculé con la empresa Biogas Argentina, que hizo el desarrollo del proyecto para la generación de electricidad, pensando en el futuro pusimos en marcha el proyecto». Basado en un sistema alemán, el equipamiento y la mano de obra es de origen nacional, lo único que se importó de España es el intercambiador de calor. El generador produce 380 Kw de energía, que pasa a un transformador y se sube a la red rural de media tensión que llega al campo. El sistema produce unos 30.000 kw
mensuales que permitirían proveer de energía eléctrica a unas 150 viviendas con un consumo promedio de 200 Kw mensuales.
BIOFERTILIZANTES. Luego del proceso de generación de biogás, el estiércol es depositado en una pileta contigua al biodigestor para someterlo a un tratamiento aérobico y una vez disecado, se utiliza como nutriente para el suelo. Ese producto es evaluado en la actualidad por la Universidad del Noroeste de Buenos Aires (UNIBOA), para determinar si es apto o no para su comercialización como fertilizante orgánico. Mientras tanto, Urdangarín lo utiliza como abono para los lotes de alfalfa.
CON NUEVA ENERGÍA. Para Luis Urdangarin, productor de feedlot, «cuando los analistas ganaderos comenzaron a hablar de la gran demanda de alimentos que se viene, no me quedaron dudas sobre lo que pasaría, porque la demanda de carne y cereales viene de la mano del aumento la población. Por otra parte, el ciudadano exige que a 100 metros de su casa no se contamine el suelo ni el agua. Seis años atrás pensábamos que eso no pasaría. Hoy es una realidad. El ciudadano hoy exige al Estado que se cumpla con este requisito, porque el mundo desde hace rato lo viene haciendo. No estábamos locos cuando pensábamos que los costos de la energía, alguien los tenía que poner en caja y los fertilizantes iban a aumentar. Estaba convencido de que esto iba a pasar. Hoy caemos en la realidad que la energía es escasa y cara. Cada día nos cuesta más pagarla. La energía es un bien escaso y cada vez cuesta más conseguirlo, por eso decidí incursionar en este tipo de producción sustentable».
Por Eduardo Bustos para Super CAMPO.
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