Detrás de cada adversidad suele haber una oportunidad. Así lo pensaron algunos productores patagónicos cuando, a mediados de los 90, la baja del precio internacional de la lana generó una brusca caída en sus ingresos y debieron encontrar alternativas para subsistir. Sumergidos en la crisis que expulsaba a los pobladores por la falta de oportunidades, surgió la primera experiencia de agroturismo apoyada por el INTA. La iniciativa contemplaba visitas y hospedajes en estancias, cabalgatas, recorridas por los lugares más destacables y almuerzos con platos tradicionales.
Con el correr de los años, productores agropecuarios y prestadores de servicios comenzaron a replicarse en todo el país, conformados y guiados en sus estrategias por extensionistas del INTA. ¿Cómo se logró la unión de estos grupos? Fue gracias a un concepto casi revolucionario: el atractivo turístico de una región, un emprendimiento o un pueblo, está en su gente y sus tradiciones, en su cultura, en los sabores y aromas y cultivos típicos
En este 2017, año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, ya existen 71 experiencias consolidadas de turismo rural, distribuidas en 21 provincias del país, en las que participan más de 1.200 emprendedores de familias rurales. A su vez, estas iniciativas fomentadas por el INTA incluyen a 167 organizaciones del sector. Entre sus objetivos, buscan frenar el éxodo rural y mejorar la calidad de vida.
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