El cambio climático es una realidad y exige actuar localmente para avanzar ya mismo hacia la sostenibilidad. Con esa premisa, el INTA y el ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires firmaron un convenio que se replantea el desarrollo y promueve la resiliencia en el ámbito urbano, y fomenta la implementación de tecnologías sustentables como los techos verdes y jardines verticales.
Conscientes de que la creciente urbanización demanda una conciliación y una necesidad de incorporar a la naturaleza a su desarrollo, ambos organismos se comprometieron a trabajar juntos en la difusión de tecnologías sustentables tales como los techos verdes y los jardines verticales, como así también en su implementación en los edificios públicos.
Se trata de tecnologías adoptadas por las ciudades para fomentar la resiliencia, que disminuyen la polución del aire y el efecto isla urbana, mejoran la estética visual y la calidad de vida, conservan energía, favorecen la formación de corredores de flora y fauna y retrasan el escurrimiento del agua de lluvia.
Así, mediante el Instituto de Floricultura del INTA Castelar, se dictarán capacitaciones, charlas y talleres en referencia a los beneficios de la implementación de estas tecnologías, y se definirán estrategias de estudio de espacios verdes y sustentabilidad ambiental de la ciudad.
Asimismo, propondrán normativas ambientales y contribuirán con el equipamiento tecnológico necesario para realizar estudios y proyectos de innovación e investigación tecnológica específicos.
Cuanto más verde, más sustentable
Los sistemas verticales tales como cortinas verdes o jardines verticales se destacan por sus numerosas ventajas: permiten atenuar la radiación estival, enfrían el ambiente por evapotranspiración –por lo que disminuye la necesidad de una refrigeración artificial–, mitigan el efecto de isla de calor y disminuyen la acción de los vientos.
A su vez, los techos verdes son tecnologías cada vez más difundidas en las ciudades por permitir el aprovechamiento de terrazas y superficies de cemento para producir flores y hortalizas, al tiempo que disminuyen la polución del aire, transforman los paisajes y aportan a la calidad de vida.
Se trata de espacios donde la cubierta vegetal es plantada sobre un sustrato de poca profundidad, liviano, generalmente no son accesibles y presentan un bajo mantenimiento sin suministro de riego, con condiciones más hostiles que acotan la diversidad de especies.
La clave del éxito para un techo verde tiene cuatro pilares: la estructura edilicia, el sistema de impermeabilización, el sustrato y la elección de la comunidad vegetal. Se trata de un trabajo multidisciplinario en el que tanto los arquitectos, ingenieros, agrónomos, paisajistas y técnicos en floricultura deben trabajar conjunta y mancomunadamente.
FUENTE: INTA Informa
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