Para la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR) es difícil determinar un cambio en la tendencia de precios, debido a la escasez de operaciones concretadas. Será la puja entre la oferta y la demanda, quien establezca una posible modificación en los valores de la tierra. Parecería improbable esperar una baja, ni tampoco una suba significativa. En el corto plazo, es de esperar un panorama con cierta estabilidad de precios.
Como es sabida la agricultura tiene la ventaja de una mayor capacidad de reacción para modificar el rumbo de las decisiones y un retorno de la inversión más rápido, respecto de la ganadería. Producidas las medidas más esperadas, como la salida del cepo cambiario y la quita y baja de retenciones a los granos y, a pesar de que otras variables no se han modificado aún (impuestos) y otras pudieron agravarse (aumento en los insumos, particularmente los combustibles), la ecuación en números ha mejorado y el mercado de alquileres agrícolas inició su actividad con algo más de interés, respecto del inicio de la campaña pasada y también con más firmeza.
Al menos la siembra de granos finos (trigo – cebada) viene creciendo sostenidamente y en el caso del primer cereal, la superficie a sembrar será sustancialmente mayor a la de los últimos años, cerrándose a este tiempo más contratos con precios superiores a la campaña pasada.
En cuanto a los granos gruesos, salvo aquellas zonas que han sido afectadas por las últimas inclemencias climáticas y mucho más aquellas que se vieron –al revés- favorecidas con mayores precipitaciones, están marcando un incremento en el valor-producto del orden de 1 a 3 qq de soja más por/ha que lo pactado para la cosecha pasada.
Respecto de los arrendamientos ganaderos, podemos decir que muchos contratos fueron nuevamente renovados por los períodos mínimos que marca la ley (3 años con opción) en la gran mayoría de los casos en los mismos valores de producto (kilo de novillo) en que venían arrendados y en algunos casos, igual que contratos nuevos, en algunos kilos por hectárea menos que los realizados en 2015. El motivo principal ha sido el buen valor actual que mantiene la carne, que resulta en mayor cantidad de pesos a abonar a los propietarios, como así también la suba de algunos costos de producción que la inflación no ha podido detener.
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