Antonio Henriques Da Silva, presidente de la Agencia de Promoción de Inversiones y Exportaciones de Angola (Apiex), expuso el caso de su país como destino de las inversiones agroindustriales y explicó las condiciones que ofrece. Fue en el Simposio Del Sur al Mundo en 2030: Seguridad Alimentaria Global y Bioenergía, que se realizó a mediados de abril en el Auditorio del Centro Cultural de la Ciencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, en CABA, organizado por la Cátedra de Agronegocios y el Departamento de Bioeconomía, Políticas Públicas y Prospectiva (BIOP3) de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba).
Henriques Da Silva explicó que “Angola tiene una política nacional de inversiones cuyo propósito es romper la dependencia que la economía que el país tiene respecto del petróleo y cubrir la necesidad de diversificarla, con la intención de ampliar el mercado interno, incrementar las exportaciones no petrolíferas y crear una clase empresarial de la que participen los angoleños, de manera de lograr una mejor distribución de la riqueza”.
En tal sentido, señaló que en los últimos años se adecuaron los incentivos a la inversión, tales como la liberación de los derechos de giro de ganancias y dividendos, y de obtención de créditos a nivel local e internacional. “Los derechos para los inversionistas están garantizados en Angola, sin perjuicio de otros tratados bilaterales preexistentes entre los países intervinientes en un emprendimiento”, puntualizó.
Entre las ventajas del nuevo ordenamiento, que regula el Ministerio de Comercio angoleño, figura la quita del límite mínimo, que no permitía incentivos a las inversiones extranjeras menores al millón de dólares. Al mismo tiempo, se creó un comité de evaluación de proyectos para su aprobación y acompañamiento. También se establecieron sectores prioritarios: agricultura, animales de cría, pesca e industria forestal y maderera.
Para dar incentivos se evalúa la creación de empleo, el monto y localización de la inversión, la producción que generará en la actividad de que se trate (agricultura, forestación, pesca y sus respectivas agroindustrias conexas.) Los incentivos en materia impositiva parten del 15% y pueden llegar a 100% para proyectos de gran envergadura, en todos los casos por un plazo determinado de años.
Henriques Da Silva señaló que “solo en determinados sectores económicos como electricidad, agua, transportes, logística, hotelería, turismo, telecomunicaciones y construcción se exige un 35% de participación de capitales angoleños en los proyectos con mayoría accionaria extranjera”.
Explicó también que “con estas radicaciones se busca un aumento de las exportaciones, mayor presencia de productos angoleños en el mundo, un incremento de las reservas líquidas del Estado y mayor presupuestos para proyectos nacionales de carácter social».
«Las oportunidades en la región son amplias. Tenemos gran cantidad de tierra disponible para la agricultura, un mar rico en recursos pesqueros y están en marcha 88 proyectos mineros que requieren inversión privada en oro, cobre, hierro, uranio, níquel y manganeso, entre otros. Los sectores de la construcción, industria, energía, transportes, turismo, educación, salud y telecomunicaciones también presentan oportunidades para los inversores. Angola tiene recursos naturales y está creando las bases de infraestructura. Una alianza con la Argentina puede ser estratégica y con resultados garantidos”, concluyó.
(*) Acerca de la bioeconomía
El nuevo paradigma de la bioeconomía comprende a las actividades económicas basadas en la producción y transformación sostenibles de la biomasa renovable en alimentos, energía, productos medicinales, y materiales y productos químicos para la industria y la agricultura. El desarrollo de empresas en la bioeconomía, los bionegocios, es una prioridad estratégica para la mayoría de las naciones del mundo porque permiten, por un lado, reducir la dependencia en petróleo y, por otro, atenuar el impacto ambiental de la actividad humana.
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