El control químico de las enfermedades es una de las medidas de manejo más empleadas en la agricultura, debido a que los fungicidas se han convertido en una parte integral de la producción eficiente de alimentos. En muchas ocasiones la utilización de fungicidas constituye una medida eficiente, rápida, práctica, y económicamente viable.
Particularmente este año ha sido categorizado como Niño casi en forma unánime por la mayoría de los climatólogos del mundo. La consecuente mayor temperatura invernal, y los excesos de lluvia repercuten y lo seguirán haciendo sobre varios aspectos del control químico con fungicidas que resultan clave poder analizarlos. Entre ellos se pueden destacar:
1) Mayor severidad de ataque de patógenos que dañan la parte aérea (debido a la mayor humedad del canopeo) y más horas de mojado predisponentes, mayor número de ciclos de infección, aumento significativo de la reproducción fúngica incrementando la cantidad de esporas de cada población, mayor variabilidad, y por todo ello, mayor presión de enfermedades y el consecuente mayor riesgo de generación de resistencia a las moléculas fungicidas.
2) Aparición o re emergencia de enfermedades económicamente importantes (ej. Mancha ojo de rana)
3) Las lluvias más intensas y sorpresivas podrían lavar más los fungicidas con necesidad de moléculas que mejoren la penetración y evitar evaporación
4) Las plantas podrían absorber menos los fungicidas por mayor grosor de la cutícula (cutina) y ceras
5) Mayores temperaturas acelerarían la metabolización del fungicida
6) Necesidad de analizar adecuada y precisamente el momento de control , tecnología de aplicación y la dosis a utilizar
En este contexto será necesario fortalecer las decisiones relacionadas con el momento de aplicación, tipo y dosis de fungicidas, a la vez que será necesaria una acción simultáneamente, preventiva y curativa. No olvidar las buenas prácticas agrícolas relacionas con la implementación de medidas anti-resistencia de hongos a fungicidas.
Para esto último se recomienda:
1) Aplicar un fungicida solamente cuando es necesario, de acuerdo con los Umbrales de daño económico desarrollados y validados en el país.
2) No llegar tarde, aplicar en el momento óptimo de acuerdo con la metodología científica disponible y siempre que sea necesario.
3) Utilizar mezclas de principios activos con diferente mecanismo bioquímico de acción. Ambos principios activos deben tener alta eficiencia en el control del o de los patógenos que son objetivo de control.
4) Complementar los fungicidas con inductores de la resistencia (ej. fosfitos) y agentes de control biológico
5) Alternar principios activos
6) Respetar las dosis de marbete y obedecer las restricciones indicadas en los mismos.
7) Implementar un programa de manejo integrado de enfermedades que incluya: genotipos resistentes o tolerantes, rotaciones, uso de semilla libre de patógenos, aplicación de prácticas culturales, utilización de la nutrición, de inductores, y del control biológico como complemento para el manejo de enfermedades, etc.
Nuevas alternativas desde DuPont
Para lograr una máxima eficiencia de control y evitar la generación de patógenos resistentes a las familias de fungicidas utilizados en forma usual, DuPont Agro desarrollo Stinger® Duo Pack. Este producto combina el reconocido fungicida Stinger® con una completa formulación de coadyuvantes, aminoácidos y fosfitos de Cobre y boro que dan mayor contundencia de acción e induce a las defensas naturales del cultivo.
Es un producto de una gran sinergia, donde se combinan la velocidad de acción del Picoxystrobin a partir de su rápida difusión en la hoja y movilidad y la gran eficiencia curativa del Cyproconazole. Estos principios activos tienen como característica principal una gran velocidad de difusión vía xilemática y translaminar. A estas conocidas características se le suma la inducción de sustancias que actúan como defensas naturales que protejen de la acción enfermedades a partir del Fosfito de Cobre y Boro y la complementación fúngica a partir de la acción de contacto del Cobre.
Esto permite que una enfermedad que tiene su foco de acción en la parte inferior de la planta sea cubierta tanto por la acción del fungicida, en la medida que llegue a los estratos inferiores de la misma y por la circulación floemática del Fosfito, induciendo de esta manera a su protección, control y erradicación.
A partir de ahora, una enfermedad en soja podrá ser atacada principalmente por cuatro líneas de acción diferentes a partir del Triazol, la Estrobirulina, los Fosfitos y el Cobre, lo que reduce a su mínima expresión la posibilidad de generar resistencias y aumenta fuertemente la eficiencia de control y por lo tanto el Índice de Área Foliar del cultivo y por lo tanto el rendimiento potencial.
Ing. Agr. M.Sc. Dr. Profesor Carmona Marcelo Fitopatología, Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires
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