Por Sebastián Tamashiro
(SLT-FAUBA) Hace cuatro meses la crisis sanitaria del coronavirus puso un freno a la actividad turística. Durante el período de cuarentena se presentaron en Congreso Nacional más de 20 proyectos de ley para tratar la delicada situación del sector, cuyo futuro es incierto. Sandra Fernández, directora de la Tecnicatura en Turismo Rural de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) afirmó que, en particular, en la post pandemia aumentará la demanda de turismo rural, y para atenderla, los emprendimientos ya se están adaptando a los protocolos y a las normativas de seguridad e higiene. ¿Qué rol cumplirá la oferta natural y cultural de los territorios rurales en la nueva ‘normalidad’?
“El turismo es uno de los sectores económicos que más impactó la crisis del coronavirus. Hace 4 meses está frenado. Cuando el aislamiento social obligatorio se levante, la forma de desarrollar la actividad va a ser muy distinta. Por eso, empresas, emprendimientos, municipios y universidades estamos reflexionando y planificando la reactivación. Armamos y discutimos normativas y protocolos de seguridad para las estadías, los transportes, las excursiones y la gastronomía”, explicó Fernández.
Además, agregó que el turismo rural de proximidad —que incluye actividades como el agroturismo, ecoturismo o recorrer rutas gastronómicas, entre otras— se revalorizará aun más ante esta nueva normalidad. “Este sector ofrece destinos cercanos a los que es posible acceder sin tener que pasar por terminales de micro o aeropuertos con grandes cantidades de personas. Y tras una extensa cuarentena en la ciudad, se buscarán espacios naturales abiertos para el esparcimiento y la recreación”.
Fernández relevó la situación de diferentes emprendimientos y proveedores de servicios turísticos rurales del país y contó que se están formando para recibir a los turistas siguiendo las medidas preventivas necesarias. A partir de información del Ministerio de Salud de la Nación y con el objetivo de resguardar la salud y el bienestar de trabajadores y turistas, el Ministerio de Turismo y Deportes publicó protocolos para alojamientos, establecimientos gastronómicos, agencias y prestadores turísticas. En estos documentos se recomiendan medidas para llevar adelante los servicios; en particular, se habla de capacitación, de organización del trabajo y de seguridad e higiene en los establecimientos.
La docente enfatizó que en este nuevo escenario es fundamental que los gobiernos locales y los emprendedores articulen entre sí. “El turismo requerirá una gestión integral y dinámica por parte de los municipios. Por un lado, tienen que apoyar los proyectos turísticos, y por otro, deben atender los frentes sanitarios y escrutar que cumplan los protocolos y normativas. Así, al brindar el mejor servicio posible, se benefician todos los que participan del sector”.
“Los técnicos en turismo rural, como los de la FAUBA, pueden acompañar esta transición, ya que están capacitados para implementar medidas de seguridad, protocolos y sistemas de gestión de calidad. Además, tienen herramientas para generar alternativas innovadoras y agregar valor a los recursos que tienen los emprendimientos. En los últimos tiempos, cada vez más gente quiere conocer cómo se producen los alimentos, realizar caminatas o avistajes de aves. El turismo de experiencia ya venía en auge. Los técnicos pueden transformar esta valoración positiva en normas concretas y prácticas de turismo”, indicó.
Biodiversidad natural y cultural
La relación entre la sociedad y la naturaleza cumple un papel clave dentro del paradigma del turismo rural, por lo cual Sandra Fernández afirmó que desde la FAUBA se busca revalorizar la diversidad cultural y ambiental de los territorios. “Naturaleza y cultura son recursos cruciales para el sector. Mientras nos enfocamos en rescatar y apreciar costumbres locales, también promovemos prácticas económicas que se basen en el uso sustentable de los ecosistemas”.
En este sentido, la docente manifestó que este tipo de turismo se aleja del enfoque extractivista de los recursos naturales y mira al entorno rural sin tener la productividad como prioridad. “Nos acercamos a los lugares, escuchamos lo que quiere la comunidad local, analizamos sus costumbres y su forma de entender la tierra, los paisajes o los animales, y luego pensamos qué actividades se pueden desarrollar. En un contexto global en el que la cultura es cada vez más uniforme, las singularidades cobran valor. Los territorios alejados de las grandes ciudades preservan diversas tradiciones”.
“El turismo rural es una actividad económica que puede ser beneficiosa para diferentes localidades del país y sus alrededores, ya que suele enmarcarse en un plan de desarrollo, en el que se genera empleo, se refuerza la infraestructura y comienza a aumentar el movimiento de dinero. Esta situación puede ser deseable para muchas personas, pero no hay que considerarla general”, advirtió Sandra.
“Solemos tener muy incorporado que el bienestar se logra de una forma determinada. Hay que ser cuidadosos y escuchar qué quiere la comunidad local. Muchas veces vamos a los territorios con nuestra formación y mirada urbana. Para evitar imponer nuestras prioridades es importante que nos detengamos, interactuemos, busquemos consenso e intercambiemos ideas. Si no lo hacemos, los proyectos fracasan”, concluyó.
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