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CUANDO SE HABLA DE CONTROL de malezas, los agroquímicos van primero. Los herbicidas son una herramienta muy valiosa que mal utilizada se desperdicia y complica el manejo. Se trata de prestar atención también a otros aspectos. “Tomamos a la maleza como algo familiar, producto de la naturaleza y no reconocemos que están presentes también por nuestra intervención”, dijo Jorgelina Montoya, de INTA Anguil. Nos relajamos porque tenemos un herbicida eficaz, pero cada vez hay más malezas tolerantes y resistentes. “El glifosato ya no mata todo y no por su culpa. ¿Estaremos abusando de sus bondades?”.

Los casos declarados de malezas resistentes en el país se duplicaron de 2010 a hoy. “Con el uso permanente del mismo herbicida impulsamos la resistencia en nuestros lotes; con dosis más altas aumentamos la presión de selección”, dijo Montoya. Pueden ingresar malezas resistentes en el campo por el movimiento de máquinas, contaminadas con semillas, de una zona a la otra. Se habla del glifosato porque es el herbicida más usado, pero no es el que tiene mayor facilidad para generar resistencia. Los herbicidas ALS (acetolactato sintasa) generan resistencia con mayor rapidez y facilidad. “Cada vez hay más disponibilidad de herbicidas ALS y más cultivos tolerantes a ellos, el mercado nos va haciendo cautivos de usar siempre lo mismo”.

La población de malezas cambió con el avance de la siembra directa. “Las latifoliadas fueron decreciendo y las gramíneas crecieron, al igual que las malezas que se dispersan por el viento, que encuentran un sustrato sin remoción donde crecer y reproducirse”, analizó Juan Carlos Ponsa, de INTA Pergamino. Agriculturización, monocultivo de soja, eliminación de verdeos y pasturas y uso masivo de glifosato fueron favoreciendo unas especie sobre otras, desaparecen las más sensibles y las propias del laboreo y aparecen tolerantes a dosis standard de glifosato.

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