Tras el encuentro, Diego Ortega, presidente de CAPBA, sostuvo: “A nuestro entender fue una reunión muy positiva porque las entidades que estuvimos presentes -gremiales de productores, cámaras de fertilizantes, agroquímicos, acopiadores, AAPRESID y CREA-, pudimos analizar algunos puntos como la búsqueda de consensos para las distancias de prohibición de uso de fitosanitarios tanto terrestres -100 metros- como aéreos -200 metros- de cascos urbanos; la importancia de darle un lugar preponderante a los organismos de aplicación de este tipos de normas que legislan toda la actividad; y cómo lograr que las leyes nacionales o provinciales fijen máximas que después en las ordenanzas municipales sobrepasadas, prohibidas o limitadas”.
La entidad aprovechó la oportunidad para también discutir con los legisladores sobre una problemática muy puntual por la que atraviesa el sector: la “difamación en algunos medios de comunicación, basada en opiniones personales sin ningún sustento científico”, indicó Ortega.
Según explicó el presidente de CAPBA, la agricultura sustentable necesita hoy de la aviación agrícola, que es llevada adelante por “pequeñas empresas que utilizan aviones específicos y profesionales altamente capacitados”, gracias a los cuales se logra una ayuda para “los agricultores en la producción segura, económicamente accesible y abundante de alimentos, fibras y biocombustibles”.
Ortega también destacó la necesidad de “mantener altos índices de seguridad, y establecer con criterios científicos las distancias mínimas de trabajo en relación a zonas pobladas para asegurar a la población que no existe ningún riesgo ni para su salud ni para el medio ambiente”.
En tanto, remarcó la importancia de “optimizar y consensuar protocolos, ya que son un recurso que contempla factores relacionados al ambiente, el clima, la cobertura, y el tipo y cantidad de insumo necesario”, frente a la carencia de coordinación en el control de las leyes y ordenanzas.
Finalmente, Ortega señaló el lugar central que ocupan hoy las aplicaciones aéreas en la agricultura intensiva, que demanda una elevada productividad y sustentabilidad en una superficie acotada de producción. “Contempla el uso responsable de los productos fitosanitarios y beneficia al ambiente al contribuir al máximo rendimiento de los cultivos, en el menor número de hectáreas utilizadas, con el mayor aprovechamiento de los insumos”, concluyó.
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