Los daños que realizan las aves en los cultivos son ocasionados sobre los brotes tiernos y los frutos, disminuyendo la capacidad fotosintética de la planta y la calidad comercial de la producción. “En cerezos el daño de mayor impacto económico se da sobre los frutos. Se estima una merma de cosecha de un 40 por ciento”, indica un informe del INTA Alto Valle. Es en este contexto que el ajo surge como base de repelentes naturales.
Al usar un producto con alicina, principio activo del ajo, el efecto de repelencia sobre aves “fue notorio y visible a los pocos minutos de aplicar el producto ya que los individuos presentes rápidamente conformaron la bandada original y abandonaron el lugar”, explica el ingeniero agrónomo Marcelo Torrecillas docente de Cereales de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) quien monitoreó una serie de ensayos. Torrecillas revela que distintas especies de aves bonaerenses (como cotorras, palomas, tordos, entre otros) generan una importante presión predadora. Y da un ejemplo: “Sobre el cultivo de sorgo llegan a ocasionar pérdidas de diferente magnitud según la campaña considerada”.
El informe del INTA Alto Valle agrega que en Río Negro las aves más frecuentes son palomas (columbamaculosa y Zenaida auriculata), zorzales (Turdus sp.) y calandrias (Mimus sp.), observándose ocasionalmente catitas del género Myopsitta. Por su parte, el docente en Cereales detalla que “en algunas ocasiones, donde el tamaño del lote también adquiere significancia, la incidencia del daño por aves puede llegar a valores de 70-80 por ciento”.
MEJOR, SIN PLAGAS. Para aliviar estas pérdidas muchos productores utilizan medidas de prevención como: protección con redes o mallas antipájaro (para pequeños ensayos o lotes de breeding), cañón de detonación a diferentes frecuencias, siembra de maquinadas con materiales de diferente ciclo en la periferia del lote y hasta control zonal de nidales. Puntualmente los daños se
enfocan principalmente en los granos, observándose mayor incidencia sobre los híbridos desprovistos de taninos condensados (pericarpio blanco o rojo) y dependiendo de las condiciones ambientales y de la ausencia de cultivos adyacentes y atractivos para las aves (girasol). También se da sobre los materiales con taninos.
APLICAR A TIEMPO. Desde el INTA Cuenca del Salado los técnicos Carla Estefania Larrosa y Maximiliano Bongiorno proponen el ajo para ahuyentar insectos que ataquen los cultivos de la huerta. Su elaboración consiste en triturar una cabeza de ajo y mezclarla con un litro de alcohol, dejar descansar 30 minutos, agregar dos litros de agua, agitar y filtrar. Su aplicación se realiza con pulverizadora a razón de un litro de preparación cada cuatro litros de agua.
El preparado debe guardarse en heladera para evitar descomposición y la pérdida de propiedades insecticidas entre una pulverización y otra. En esta línea, en la cartilla de divulgación “El control de plagas en la huerta familiar (y el jardín)” del Programa Nacional ProHuerta (INTA / Ministerio de Desarrollo Social de la Nación) se propone al ajo como infusión para repeler
la presencia de posibles plagas. “El producto logrado se debe aplicar puro (sin diluir) sobre plantas y también sobre suelos. La época de aplicación es en primavera, tres veces con intervalos de tres días”, recomienda la cartilla y recuerda que esto inhibe la aparición de enfermedades que son causadas por hongos y es efectivo contra el ataque de pulgones y ácaros (arañuela roja).
Usarlo por aspersión. El ingeniero agrónomo Carlos Abecasis, director técnico Agro de Fidelity Insumos Naturales creadores de VG Guard repelente de insectos fitopatógenos y pájaros con alicina y otros extractos vegetales, explica que “no actúa por el olor sino por su componente que es ciento por ciento natural y biodegradable”.
Para que funcione debe ingresar al sistema vascular de la planta. La alicina también produce un accionar errático de los insectos ahuyentándolos del cultivo. “Este producto –recuerda– no genera cambios organolépticos en los cultivos ya que no quedan restos de las aplicaciones”.“Es un producto preventivo, mas no curativo, por lo que debe usarse en cuanto se ven los primeros pájaro o insectos –suma Abecasis–. Si se aplica cuando la plaga está instalada, la probabilidad de éxito se reduce sensiblemente.” Para mejores resultados, en el caso de aves se recomienda que la fumigación por aspersión se realice durante las etapas donde el cultivo es más apetecido: principalmente cuando el fruto comienza a madurar (en frutales), cuando se formó el grano (cereal y oleaginoso) y cuando está en estado de plántula, en la mayoría de los cultivos. «Este tipo de repelente es ecológico y biodegradable: no es tóxico para animales ni personas, no altera las propiedades organolépticas de los productos tratados y es compatible con los insumos utilizados en agricultura», remarca Carlos Abecasis.
Por Federico Guerra para Super CAMPO
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