“Cuando la cosa viene fácil cualquier equipo anda bien”, sintetiza Gerardo Blanc. “Pero esta campaña fue muy complicada y nos salvó el draper Hera”, explica el contratista rural de San Salvador, Entre Ríos, al referirse a la plataforma de cosecha desarrollada entre Allochis y CLAAS Argentina.
“El problema tradicional para cosechar en nuestra región es el clima –agrega-, ya que por lo general tenemos elevada humedad, con muchos lotes que vienen de arroz y por lo tanto que han estado inundados y que generalmente se presentan enmalezados al momento de entrar con las cosechadoras. Y éste año se agravó, ya que la zona fue muy afectada por el efecto Niño”.
“Entre fines de febrero, cuando la soja ya estaba lista para cosechar, y principios de abril, que fue cuando pudimos empezar la trilla, cayeron más de 800 milímetros y eso nos llevó a trabajar con las cosechadoras en las peores condiciones”.
Blanc tiene dos cosechadoras CLAAS, una 750 y una 770, y es uno de los que marcó la punta en el país en el uso del cabezal draper Hera que incorporó a fines del año pasado para enfrentar la cosecha 2015/16.
“La gran diferencia la marca el sistema de acarreo del material, que en el caso del cabezal Hera es a través de lonas”, señala el contratista que trabaja en su provincia y también en Corrientes. “Cuando los niveles de humedad de las plantas son elevados, con las plataformas tradicionales se producen `atoraduras` debido a que el sinfín empieza a envolver al material recién cortado y eso lleva a la necesidad de bajar el molinete para que aumente la presión que ejerce sobre las plantas”.
Otra de las medidas que se toman frente a esa situación es reducir la velocidad de avance de la cosechadora (“es frecuente que de los 8 km/hora normales se empiece a reducir hasta terminar en 5 km”). Pero esto sólo evita en parte que se incrementen las pérdidas de granos por la cola de la máquina que se producen porque el flujo de plantas hacia el sistema de trilla deja de ser homogéneo y en algunos momentos entran `bocados` con gran cantidad de material que no alcanza a ser procesado adecuadamente.
“Pero estas regulaciones y precauciones para reducir el problema tienen un límite –explica Blanc-, ya que si se sigue exigiendo al sistema se pueden provocar roturas de la máquina, por lo tanto hay que parar de cosechar hasta que se vuelvan a presentar las condiciones adecuadas. Esto nos lleva a perder 3 o 4 horas diarias de trabajo a partir del atardecer cuando el grano se mantiene seco pero el resto de la planta se humedece como consecuencias del rocío. A eso se suma que por lo general trabajamos sobre suelos muy húmedos y con malezas verdes que entran al sistema”.
“Todo esto se evita con el cabezal de cosecha Hera –continuó el contratista-, porque corta las plantas e inmediatamente caen sobre la lona que las acarrea generando un flujo continuo de material que entra a la máquina y puede ser procesado sin que se produzcan pérdidas, a la vez que permite que se siga trabajando a la misma velocidad durante todo el día mientras el grano se mantenga seco e independientemente de la humedad del resto de la planta”.
De esta forma, una cosechadora equipada con el Draper de CLAAS puede trabajar durante más horas por día y a mayor velocidad. “En esta campaña –dice Blanc-, medimos que podemos cosechar un 25% más de superficie respecto de las mismas máquinas equipadas con plataformas convencionales, a la vez que se reducen las roturas de los equipos y las pérdidas de granos”.
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