En las próximas décadas, para satisfacer la demanda de alimentos que tendrá una población de 9.000 millones de habitantes, la agricultura deberá aumentar su productividad. Sin embargo, esto implicaría aumentar la degradación de los suelos y la desaparición de numerosas hectáreas con bosques, pastizales y humedales. Con el foco puesto en el suelo, el libro “El deterioro del suelo y del ambiente en la Argentina” pone énfasis en los efectos del cambio de uso del recurso.
Roberto Casas, director del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (PROSA) y uno de los compiladores del libro, señaló que uno de los desafíos más significativos que afrontó la humanidad a través de la historia es “la degradación de los recursos naturales, principalmente, de los suelos cultivados”.
Según datos de la FAO, unas 1.500 millones de hectáreas corresponden a suelos cultivados, lo que representa solo un 11 % de la superficie del planeta. De acuerdo con el organismo internacional, se espera que en los próximos 20 años, más del 80 % de la expansión de la superficie cultivada se produzca en América Latina y África Subsahariana.
Para Casas, se estima que un 37,5 % del territorio argentino está afectado por procesos de erosión hídrica y eólica, lo cual representa unas 105 millones de hectáreas. “La erosión hídrica es la que más creció en el último cuarto de siglo, incrementándose de 30 a 64,6 millones de hectáreas, lo que representan 41 millones de hectáreas afectadas por erosión eólica”, expresó.
Entre las principales causas del aumento de los procesos erosivos, se encuentran las de origen antrópico –causadas por el hombre– como la simplificación de la rotación de cultivos y monocultivo, el desmonte y expansión de la frontera agrícola, el sobrepastoreo y el cambio del uso del suelo.
Twitter
Facebook
G Plus