El imperativo de comer sano se ha impuesto en la sociedad y llegó para quedarse. Comer frutas y verduras, incorporar nutrientes y vitaminas, hacer ejercicio, tomar mucha agua son parte de las recomendaciones que se escuchan a menudo para cuidar la salud y mantener un estilo de vida saludable. Para una vida sana, alimentos sanos y para ello son fundamentales las buenas prácticas en el campo, en el mercado y en tu hogar.
Los alimentos que compramos en el supermercado, en la verdulería, en el almacén provienen mayormente del campo, donde el trabajo es arduo y la responsabilidad es grande. Porque somos lo que comemos, es que debemos ser conscientes del origen de los alimentos que consumimos. “Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana.” (Cumbre Mundial sobre la Alimentación, 1996)
Los cultivos son el comienzo de los futuros alimentos, por eso es importante cuidarlos y protegerlos de hongos, insectos y otras plagas. Esto permite aumentar la disponibilidad de productos en las góndolas y en nuestra mesa. Pero el cuidado de los cultivos es un proceso que implica diversas etapas y todas ellas influyen en el resultado final. Los productos fitosanitarios o agroquímicos, que permiten que el cultivo crezca sano, deben ser utilizados de manera segura, tomando los recaudos necesarios. Aplicar solo la dosis requerida, usar un equipo de protección personal, tener en cuenta las condiciones ambientales (ellas determinan, entre otros factores, si se puede o no hacer una aplicación en cada momento), comprar productos registrados con receta agronómica y en envases originales, entre otros, son aspectos a tener en cuenta para trabajar en el campo de manera responsable.
El aplicador debe estar capacitado, ya que el primer paso para hacer las cosas bien es estar informado y toma conciencia. Desde no fumar durante el proceso, hasta lavar correctamente los envases vacíos antes de aplicar el producto y luego llevarlos a un centro para su reciclado, transportar los productos solos y mantenerlos en depósitos que cumplan con las condiciones sugeridas. Aunque existan muchas otras, estas son algunas de las pautas que conforman las buenas prácticas agrícolas.
Los mercados deben cuidar los alimentos respetando su cadena de frío y manteniéndolos en un lugar limpio y adecuado, entre otras cosas. Por parte del consumidor, se deben lavar bien los alimentos antes de ingerirlos, almacenarlos correctamente y, por sobre todo, aprovechar la mayor parte del alimento para desechar lo menor posible.
Las buenas prácticas son fundamentales porque, tal como lo expresa la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en su documento Pérdidas y Desperdicios de los alimentos (2011) en el mundo: “Las pérdidas de alimentos conllevan el desperdicio de recursos utilizados en la producción, como tierra, agua, energía e insumos.”
Debemos ser conscientes de que el 40% de las pérdidas de alimentos en países en vías de desarrollo son resultado de un almacenamiento inadecuado (CropLife LA, 2014). Y que el 28% de los alimentos en América Latina se desperdicia en la etapa del consumidor (FAO, 2013)
Estemos cerca o no, todos como población nos encontramos vinculados a la producción de alimentos. El compromiso es grande y el objetivo es que lleguen alimentos en cantidad pero también en calidad a las mesas. Es por esto que debemos promover que en el campo y en la ciudad se trabaje de manera responsable para contar con alimentos saludables todos los días. Detrás, pero no mucho, de una vida sana se encuentran las buenas prácticas agrícolas, de mercado y del hogar.
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