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Actualidad

10/10/2020

El clima extremo y la industria agrícola

Una estrategia basada en la resiliencia permitirá la recuperación luego de eventos como sequías e inundaciones.

Por Julián Miguez* 

Uno de los grandes desafíos de la industria del agro es la desarrollar mecanismos para enfrentar eventos climáticos extremos. En la Argentina hemos visto cómo inundaciones y sequías han afectado directamente a la industria nacional en los últimos meses, con disminuciones de las cosechas de trigo y soja.

Pero este es un fenómeno mundial: de acuerdo con la FAO, entre los años 2005 y 2015 se perdieron US$ 96 mil millones por daños en la producción agrícola y ganadera como consecuencia de eventos relacionados con el clima extremo.

Ya no se trata de abordar solo fallas predecibles, sino también las que ocurren ante eventos ocasionales y específicos. La clave del éxito es considerar una nueva estrategia basada en la resiliencia. Esto implica un importante cambio cultural que abarca desde el desarrollo de métricas y modelización apropiadas hasta nuevos modelos colaborativos entre los entes reguladores, las organizaciones y los clientes.

La resiliencia exige un enfoque estratégico, que permita a la organización recuperarse rápidamente tras eventos importantes e incluso múltiples, y respalde el argumento de realizar inversiones y mantenimiento proactivo. No se trata de un camino sencillo: hasta el momento no existe ninguna definición estándar y ampliamente aceptada de “resiliencia” en el sector.

El primer imperativo estratégico es establecer los cimientos de la resiliencia: asumir el liderazgo no sólo en cómo debe definirse, sino también en los mecanismos para monitorearla y evaluarla. Luego, llegará el turno de construir una empresa resiliente, con sistemas flexibles apoyados en soluciones digitales y el uso de inteligencia artificial y tecnologías emergentes para predecir potenciales problemas en la producción. El tercer paso es explorar servicios emergentes de resiliencia.

Incluso se trata de ir más allá y avanzar hacia una agricultura 4.0., basada en las nuevas tecnologías, las cuales permiten ahora recoger y aprovechar enormes cantidades de datos críticos a un costo mínimo, haciendo que las operaciones sean más productivas y eficientes. El ecosistema agrícola ya está empezando a invertir en estas tecnologías digitales. El tamaño total del mercado se espera que alcance los US$ 4.550 millones este año a nivel mundial. Un hecho clave para no sólo mejorar el rendimiento financiero de la industria, sino también para cumplir con las necesidades alimentarias de una población en expansión.

Las nuevas tecnologías permiten contar con información detallada y en tiempo real de las operaciones y el medio ambiente, para ayudar a los agricultores a tomar decisiones operacionales basadas en datos y así optimizar el rendimiento y aumentar los ingresos mientras se minimizan los gastos, las posibilidades de pérdida de cosechas, y el impacto del medio ambiente.

Algunas de las nuevas tecnologías en el agro incluyen sensores ambientales, imágenes que muestran el estrés en los cultivos antes de que sea visible a simple vista; sensores montados en el equipo de campo, datos del pronóstico del tiempo, y bases de datos de suelos. Al combinar la telemetría de estas diferentes fuentes, se proporcionan medidas prácticas recomendadas a los agricultores para mejorar su producción. Además, todas estas tecnologías se conectan a un sistema de gestión, que permite a través de una plataforma programar automáticamente la maquinaria y organizar a las personas.

En general, cuando una industria enfrenta un dilema de gran magnitud que cambia las reglas del juego del negocio, decimos que debe “prepararse para la tormenta”. En el caso de la industria del agro esta expresión alcanza niveles literales.

*Director de la Industria de Productos para Accenture

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