Investigadores de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias (FICA) de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) lograron deshidratar hortalizas con energía solar para elaborar alimentos nutritivos con fines sociales y reciclar el desecho de los productores hortícolas.
Myriam Grzona, doctora en Ingeniería Química, dijo a Télam que el proyecto consiste en la preparación de un alimento «nutricionalmente completo, sin contaminación, que no necesite refrigeración y pueda ser reconstruido fácilmente para cubrir deficiencias en las dietas». Además, destacó su utilidad en este contexto de pandemia de coronavirus, ya que está pensado para «ayudar en la emergencia alimentaria».
«Listo para la olla», es la mejor manera de describirlo, según Grzona, quien afirmó que se trata de una operación «muy importante en la conservación de frutas y hortalizas», que de la mano de la «energía solar» nos permite «sumarle ese valor» en materia energética.
Los productos obtenidos se caracterizan por su baja actividad acuosa y se utilizan como base para desarrollar nuevos alimentos, por ser fuentes de proteínas, vitaminas, minerales y fibra dietética, por lo que se planteó «destinar su producción a la elaboración de un alimento nutritivo con fines sociales» para comedores comunitarios o familias vulnerables, agregó.
La propuesta ofrece la posibilidad de agregar valor a la producción hortícola local y ya se realizó una prueba piloto, con materia prima que aportaron miembros de la comunidad Boliviana de Villa Mercedes.
Todo comenzó cuando la familia Solano donó a las investigadoras seis cajones de pimientos y zapallos, que no podían ser comercializados por haber sufrido heladas o pequeñas imperfecciones. La donación se convirtió en 35 bolsas de pimentón de 50 gramos y 17 bolsas de zapallo de 200 gramos que fueron devueltas como contribución a los cultivadores.
El procesamiento se realizó con un deshidratador solar mixto de la UNSL que permite que el aire colector, calentado por el sol, con tratamiento previo de secado, produzca 50 kilos de verduras en dos días, con una vida útil de un año.
Luego, mezclada con lentejas, soja o suero deshidratado se llega al producto final, que se envasa en bolsas al vacío que pueden «ir a parar a las ollas» de los comedores comunitarios como complemento nutricional.
Sobre el proceso, Grzona explicó que primero se acondicionan las materias primas, que se lavan, trocean, escaldan y luego secan, para finalmente envasarse el producto terminado y aclaró que el número de etapas depende de la hortaliza.
El laboratorio de la FICA cuenta con una lavadora y procesadora de vegetales, bandejas para pretratamiento y escaldadora y para el secado se emplea el deshidratador solar mixto, provisto de 14 bandejas con un área total de secado disponible de 11 metros cuadrados. «La temperatura máxima de trabajo es de 60 grados centígrados, lo que permite obtener productos deshidratados con muy buenas propiedades organolépticas», dija la ingeniera química.
Grzona contó que el proyecto está listo para poder producir en escala aunque señaló que necesitarían reemplazar la mano de obra gratuita de alumnos de la carrera por tecnología básica como una «procesadora de verduras» que reemplace el trabajo manual, junto a «algún financiamiento en insumos».
«Es un proyecto pensado seriamente para ayudar a las personas en situación vulnerable», destacó la ingeniera, a quien acompañan cuatro científicos: la doctora en Ingeniería Química, Maria Margarita Montenegro; la Ingeniera en Alimentos, Marisol Nieves y los doctores en Química, Mario Sotera Y Roberto Caruzo Flores.
Fuente: Télam
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