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Actualidad

17/06/2020

Mapa con zonas degradadas por la agricultura

Técnicos del INTA mapearon las áreas dañadas y proponen estrategias de remediación y restauración ecológica para volverlos productivos.

Técnicos del INTA identificaron ambientes muy degradados en un mapa, en el que, además, proponen diversas estrategias de restauración para volverlos productivos de un modo sustentable. 

Para Carolina Sasal –especialista en recursos naturales del INTA Paraná, Entre Ríos– resulta “clave” producir en armonía con el ambiente. “Con una mirada proactiva y positiva, buscamos implementar diversas estrategias de remediación que nos permitan recuperar la productividad de aquellos ambientes muy degradados de nuestro país por el uso agropecuario, extractivo o social”.

En esta línea, detalló: “Presentamos un mapa, disponible en una plataforma online, en el que identificamos problemas ambientales y proponemos su restauración ecológica mediante estrategias de gestión para recuperar sus servicios ecosistémicos y su productividad”.

Se trata de un mapa que ubica diversas problemáticas tales como la degradación de bosques nativos, ya sea por deforestación, incendios, corrimiento de la frontera agrícola o erosión, así como el daño en suelos y cursos de agua por contaminación con nutrientes, plaguicidas, metales pesados o fármacos veterinarios.

Además, se aborda la degradación de los mallines en la Patagonia por sobrepastoreo y otras áreas dañadas como consecuencia de las actividades extractivas –en manos de petroleras, canteras o mineras– que generan la pérdida de suelo y biodiversidad.

“En todas estas zonas de altísima degradación –explicó Sasal– se requiere una salida a fin de remediar, restaurar y recuperar los ambientes para la sociedad en general y también para volverlas productivas”.

Entre las diversas estrategias de remediación, Sasal destacó la restauración ecológica para los bosques mediante la incorporación de las especies perdidas. A su vez, señaló el aporte de la fitoremediación que permite, mediante ciertas especies que funcionan como biofiltros en las franjas ribereñas, minimizar la llegada de nutrientes o plaguicidas a los cursos de agua.

“También, realizamos trabajos en laboratorios para identificar microrganismos capaces de degradar plaguicidas o fármacos veterinarios en suelos y agua”, indicó Sasal. Para el caso de las zonas dañadas por las actividades extractivas, se estudia el aporte de especies capaces de remediar el ambiente y sumar, a partir de su incorporación, a la ganadería.

“Hay una gran interacción entre investigadores de diferentes especialidades y extensionistas de los diversos territorios y unidades del INTA que aportan información enriquecedora”, reconoció la especialista. Además, señaló: “El diagnosticar y entender cuáles fueron los errores que llevaron a la degradación de los ambientes, permite reducir los riesgos, evitar que se repitan y volver a producir con un menor impacto ambiental”.

La plataforma muestra en un mapa de todos los sitios de experimentación en la Argentina en los que el INTA trabaja en remediación de suelos y agua, como así también en de sistemas degradadados por uso agropecuario, extractivo o social. El logro es fruto del trabajo articulado de más de 80 investigadores del INTA que trabajan de un modo interdisciplinario con otras instituciones a lo largo y ancho del país.

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