La Bióloga Valeria Arolfo de la EEA Manfredi encabeza la Red de evaluación de cultivares de alfalfa de INTA, que se extiende desde Las Brañas hasta Trelew por una amplia variedad de ambientes de secano y bajo riego. En entrevista con Aapresid habló de los criterios a tener en cuenta a la hora de elegir los mejores materiales según cada situación.
Antes de avanzar con la elección de cualquier material, la especialista remarcó la necesidad de conocer las condiciones de calidad de suelo y preparación del lote: “la alfalfa prefiere suelos sueltos, con pH no inferior a 6.5 y dotación de fosforo (P) entorno a los 30 ppm como óptimo. Si bien tolera cierta salinidad, no es un cultivo apto para suelos muy salinos”. En esta línea, Arolfo adelantó que INTA se prepara para lanzar a la venta su nueva variedad Kumen PV INTA, resistente a salinidad.
Destino del forraje. Lo primero a considerar a la hora de elegir un cultivar de alfalfa es el destino que se dará al cultivo. “Si el objetivo es el corte para confección de rollos u otra reserva, son preferibles aquellos cultivares con grados de reposo intermedios, 6 o 7. Estos aseguran una mejor cantidad de materia seca total con un menor número de cortes, lo que representa menos costos”.
Si, en cambio, apuntamos al pastoreo en sistemas integrados de agricultura y ganadería, conviene optar por materiales sin reposo invernal, es decir, grados 8, 9 o 10 dependiendo de la zona. Esto permite un aprovechamiento más largo en el tiempo. Aquí, la especialista remarcó que “la producción anual de estos materiales será, sin embargo, similar a la de los grados intermedios”.
Si bien la Red no evalúa los materiales en condiciones de pastoreo, puede recurrirse a la estructura de planta como indicador indirecto del comportamiento de un cultivar para este uso. “Si el objetivo es el consumo directo puedo elegir aquellos materiales cuya estructura de planta sea de corona compacta, que resisten mejor el pisoteo y el pastoreo”.
Producción de materia seca (MS). La producción de MS depende del grado de reposo. Se recomienda mirar los cultivares con mejor comportamiento productivo para cada zona, pero teniendo en cuenta que “no todos los materiales están disponibles en todos lados, por lo que habrá que optar entre aquellos que pueda conseguirse localmente”.
Persistencia. La persistencia de un cultivar es el porcentaje (%) de plantas sobrevivientes al cabo del ciclo total del cultivo. Es decir, nos dice cuánto tiempo durará una alfalfa. “Pensando que se trata de un cultivo costoso en términos de implantación y mantenimiento, conviene elegir materiales que aseguren una persistencia no menor a 4 o 5 años”, explicó Arolfo. En el caso de la Red INTA los materiales se evalúan durante 4 temporadas.
Aquí Arolfo precisó que, si bien la persistencia se relaciona en general con la ya mencionada producción de MS, conviene considerar ambas variables por separado: “un material más persistente no necesariamente producirá más MS total”.
Resistencia a insectos y enfermedades. La alfalfa puede sufrir el taque de plagas como los pulgones, un problema durante la implantación que, además del daño directo, actúan como vectores de virosis. “Según la zona habrá que elegir cultivares con resistencia a pulgón azul, moteado – los más frecuentes -, verde o negro”, precisó la especialista.
“También habrá que pensar en resistencia a Antracnosis y Phytophthora, las enfermedades más importantes del cultivo”. La primera se presenta en tallos, pudiendo ocasionar muerte de plantas y perdidas en el lote. La segunda se da en zonas inundables – muy común en Rafaela – y es una podredumbre húmeda que afecta la raíz. En menor medida y según situaciones específicas, deberá pensarse en materiales resistentes a Fusariosis.
El comportamiento frente a los insectos y enfermedades anteriores es clave a la hora de elegir una alfalfa, en especial teniendo en cuenta que buena parte de la semilla proviene de otros países y muchas veces no cuenta con resistencia a estas plagas, típicas de Argentina.
Otra de las enfermedades que vienen creciendo es el Achaparramiento de la alfalfa, provocada por un complejo de varios virus, con mucha incidencia en zonas como Santiago del Estero. Al respecto, Arolfo explicó que “si bien no existen todavía protocolos de resistencia para esta enfermedad, conviene optar por materiales resistentes al pulgón negro, uno de los principales vectores de la enfermedad”.
Fuente: Aapresid
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