Investigadores del Área de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar del INTA (Área IPAF NEA) –Formosa– elaboran harina de banana sin cáscara, a partir del remanente de frutas que no califican
para la comercialización en fresco. Como próximo desafío, los técnicos avanzan en la determinación de las características nutricionales, físico químicas y organolépticas.
Gustavo Aguirre destacó la adopción de tecnologías de trasformación como secado, deshidratado y cocción para dar valor agregado al cultivo. “Son procedimientos de transformación sencillos adaptables y apropiables por las unidades productivas de escala familiar, que abren una oportunidad para aumentar la competitividad, diversificar la oferta y acceder a nuevos mercados”, explicó.
La harina de banana es un alimento muy nutritivo con un alto contenido de vitaminas y nutrientes, hidratos de carbono y minerales. Para la obtención de harina, las frutas –cuyas características no aplican con los estándares para empaque– atraviesan varios procesos: pelado, cortado, baño de inmersión (ácidos orgánicos o bisulfitos), secado (estufa convencional y secado solar), molienda y tamizado.
Actualmente, los productores venden toda la fruta a precios que decrecen según la calidad. No obstante, si decidieran realizar la clasificación de las bananas para su empaque, habría un importante remanente para su trasformación en harina. Según la época del año, el descarte va desde un 30% hasta un 50 % durante el período invernal cuando se registra el punto de calidad más bajo”, puntualizó Aguirre.
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