Cuidar el ambiente y el recurso, producir a conciencia y animarse a nuevos productos son algunos de los pilares de estos vinos que cada vez van ganando más adeptos en todo el mundo. Según Panchi Barreiro, periodista y creador de Vios (de Feria de Vinos Orgánicos y Sustentables), el 88% del vino orgánico se exporta, siendo la UE el principal cliente con Suecia a la cabeza, mientras que Japón también se está sumando como comprador. “Por sabor no hay forma de distinguir un vino orgánico de uno convencional” enfatiza. “Antes estaba el mito de que eran más suaves, pero hace rato que se comprobó que no es así”.
Nancy Johnson. Embajadora de Marca de Bodega Santa Julia.
“Comenzamos el proceso de certificación en 1999 y se logró el primer vino elaborado a partir de uvas orgánicas en la cosecha 2004. Manejamos los viñedos manteniendo la diversidad biológica en equilibrio con la naturaleza y sin utilizar productos de síntesis química; se realizan siembras de cebada, centeno, avena, vicia, sorgo, y flores amarillas, blancas y violetas que atraen distintos tipos de insectos. Además mejoran la infiltración, recicla nutrientes, aumenta la cantidad de carbono y mejora la oxigenación de los suelos; además elaboramos nuestro propio compostaje y producimos humus de lombriz, que otorga gran estabilidad a los suelos. En cuanto a rendimientos por hectárea, en términos generales hablamos de 8.000 kilos para Santa Julia Reserva y, entre 10.000 y 14.000 kilos para los varietales».
«Cultivamos Malbec, Cabernet Sauvignon, Sauvignon Blanc, Torrontés, Bonarda, Tempranillo, Viognier y Syrah y más de 35 cepajes originarios de distintas regiones del mundo y desconocidos en la Argentina. Contamos con nuestro propio vivero de 10 ha para producir nuestros propios plantines, equipado con tela antigranizo, riego por aspersores, riego por goteo y mulching plástico sobre suelos vírgenes. Actualmente, una parcela del vivero cuenta con plantas libres de virus certificada por INASE a fin de contar con material certificado y poder producir plantas libres de virus en el futuro próximo. Los plantines de variedades que no se encuentran en Argentina requieren ser importados de Francia e Italia principalmente. Se producen 24 millones de botellas y tenemos presencia en 45 países”.
Ignacio Martínez Landa. Director de Marketing & Comunicación de Domaine Bousquet.
“Tenemos 279 hectáreas certificadas 100 % orgánico. Desde el inicio de la bodega en 1997, la idea fue comenzar con el cultivo orgánico porque creemos que así se obtienen frutos de mejor calidad, por ende, mayores posibilidades de obtener un mejor vino que despierta el interés de cada vez más consumidores, lo que nos crea nuevas oportunidades de negocio. Nuestra mayor arma en la lucha contra las enfermedades del cultivo es la prevención, estar día a día en el detalle del cuidado; en el caso que aparezcan y haya que tratarlas se hace con productos de origen natural como pueden ser los cúpricos (oxicloruro de cobre, hidróxido de cobre) para el tratamiento de la peronospera o los azufrados (azufre mojable o de espolvoreo) para el tratamiento del oidio. Fertilizamos con guano sólido compostado en cuadros de bajo vigor para recuperación y en el plan de mantenimiento usamos té de compost a través de fertirriego. Muchos de los plantines, sobre todo en nuestra finca original, provienen de Francia. Producimos 4 millones de botellas por año y exportamos a más de 50 países”.
Juan Pelizzatti. Socio Fundador de Chakana.
“Chakana produce vino de 4 fincas propias que abarcan un total de 140 hectáreas en diferentes departamentos mend. Todas tienen manejo orgánico y biodinámico (en cuanto al uso de los preparados), pero sólo Nuna, nuestra finca más extensa (80) y donde está la bodega, cuenta concertificación biodinámica (cuyo prerrequisito es tener certificación orgánica) y es otorgada por Demeter, que es el organismo internacional que promueve y gestiona la agricultura biodinámica. Producimos aproximadamente 1 millón de botellas por año. Pienso que la agricultura biodinámica es la única certificación agrícola que desafía abiertamente el modelo de producción de alimentos del capitalismo, anteponiendo valores a la rentabilidad como fin en sí mismo. Ojalá haya consumidores que puedan entender que el modo de producción es un elemento fundamental de la sociedad”.
Por Lorena López para Super CAMPO.
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Esta excelente.