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21/11/2016

¿Qué son los «alimentos funcionales»?

El INTA trabaja junto a otros organismos públicos en la generación de este tipo de productos, con el fin de mejorar la dieta de los argentinos al tiempo de ofrecer un nuevo ingreso a las PyMEs.
El Programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimentos abre una convocatoria de iniciativas y proyectos en la temática.

En la actualidad, existe una tendencia mundial hacia una alimentación más saludable por lo que los consumidores demandan cada vez más productos naturales y funcionales. Una nota publicada de la revista RIA indaga en la características que hacen a un alimento funcional, cuáles son los beneficios que aportan a la salud y qué rol tiene el instituto en el desarrollo y valorización de estos productos.

Este tipo de alimento es el que proporciona beneficios para la salud más allá de la nutrición básica y, además, es capaz de generar evidencia científica de que mejora una o varias funciones en el organismo. Esa funcionalidad se consigue mediante diferentes estrategias: maximizar la presencia de un compuesto funcional en el propio alimento; la incorporación externa de un componente bioactivo; el incremento de la biodisponiblidad del compuesto de interés, entre otros. Si bien tienen un efecto positivo en la salud, no son considerados medicamentos. Son productos que se consumen como parte de una dieta normal y ayudan a reducir el riesgo de enfermedades mediante una alimentación sana y equilibrada.

Entre los productos que pueden considerarse como funcionales, por contener uno u otros componentes, se encuentran los lácteos enriquecidos con vitaminas, minerales, fitoesteroles u omega-3, y con probióticos –microorganismos vivos que, al ser ingeridos en cantidades suficientes, ejercen un efecto positivo en la flora intestinal–.

En ese contexto, es fundamental la generación de conocimiento y de tecnologías que se orienten al desarrollo, diferenciación y valorización de este tipo de alimentos, no solo para responder a las demandas de valor y calidad de los consumidores sino también para contribuir a una mayor competitividad del sector agroindustrial nacional.

“El desarrollo de productos funcionales es aún un área de vacancia para las pequeñas y medianas empresas locales, ahí es donde el rol de instituciones de ciencia y tecnología, como el INTA, es importante”, explicó Claudia González, coordinadora del Programa Nacional de Agroindustria y Agregado de Valor del INTA.

En ese sentido, el INTA -a través de sus programas de investigación- trabaja articuladamente con universidades y empresas para el desarrollo de los alimentos funcionales, algunos ya transferidos a nivel de la industria y otros en una etapa próxima de transferencia.

Los funcionales de cara al futuro

La competitividad de la industria de los alimentos funcionales depende, en gran medida, de su capacidad de innovar para acceder a un mercado local que se estructura en nichos y se encuentra en formación.

Para ello, la generación de conocimiento y el acceso a la tecnología es fundamental. Por eso, instituciones públicas de ciencia y tecnología, como el INTA y las universidades, son importantes para acompañar este tipo de procesos, particularmente a las PyMEs, que agregan valor a producciones primarias.

Según los investigadores, los desafíos a futuro se relacionan, por un lado, con la organización de los aspectos legislativos, a escala local e internacional y, por otro, poder producirlos localmente y a gran escala.

FUENTE: INTA Informa

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