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24/10/2016

El girasol, zona por zona

Cinco referentes regionales ofrecen su panorama del cultivo y los principales aspectos a tener en cuenta a la hora del manejo.

“La última vez que se sembraron 400.000 hectáreas de girasol en el norte del país fue en la campaña 2011/12. A partir de entonces la superficie empezó a caer. Para esta campaña esperamos recuperar el área y crecer un 100% respecto del ciclo anterior”. El dato lo aporta el productor chaqueño Martín Matesa, para quien el crecimiento se debe a las mejores perspectivas de rentabilidad y al sinceramiento del mercado. “Y no crecemos más por falta de semilla”, dice.

En su campo, ubicado en Tres Isletas, en el centro-norte de Chaco, Matesa cosechó el año pasado alrededor de 2.200 kg/ha de girasol. La media en la zona apenas superó los 1.500 kg/ha. Para esta campaña aspira a sobrepasar el rendimiento anterior gracias a una buena elección de un híbrido con tecnología CL y la fertilización con fósforo y nitrógeno.

Con los perfiles cargados y una siembra oportuna durante la primera quincena de agosto, las perspectivas para el cultivo en la región son muy buenas. Queda, según Matesa, hacer frente al problema que en algunas zonas ocasiona la paloma y el crecimiento de las malezas gramíneas.

En tanto, en el oeste bonaerense y La Pampa el panorama es más estable. “A nivel nacional se calcula un aumento del área de entre un 30% y 40%, lo que serían 400 mil hectáreas más. Pero en esta región probablemente el aumento no sea de esa magnitud”, explica Luis Arias, productor y presidente de la Asociación Argentina de Girasol (Asagir).

“El productor tiende a quedarse con la foto del año anterior y en el caso del girasol la pasada no fue una gran campaña, hubo problemas por exceso de humedad. El otro freno al avance en la región lo pone la paloma. Eso hace que la superficie girasolera no crezca tanto, como sí sucede en el norte, principalmente en Chaco”, detalla Arias.

Jorge Harguindeguy es gerente de producción de Sucesores de Germán Álvarez, en el oeste de Buenos Aires. Opina: “Había caído tanto la superficie que hay una mejora. En nuestra zona, el girasol vuelve donde la soja no se destaca”. Y detalla: “En ambientes más arenosos, con menos retención hídrica, el girasol pasa a ser más competitivo. Hay una mejora en la rentabilidad del girasol. Pero no es un cambio drástico”.

Arias considera que la rentabilidad del girasol mejoró mucho luego de la quita de los derechos de exportación. “Hoy tiene un valor de aproximadamente u$s270 proyectado a la próxima campaña”, apunta.

A la hora de las recomendaciones, la clave es tener un “barbecho limpio, que asegure una buena reserva de agua para el cultivo”. En todos aquellos campos con déficit de fósforo, tanto Arias como Harguindeguy aconsejan una fertilización inicial. Si los lotes vienen de maíces tardíos, también habrá que incorporar nitrógeno que el rastrojo inmoviliza, aunque con cuidado para no generar problemas de germinación. También hay que tener en claro el control de malezas y utilizar pre-emergentes, como sulfentrazone y acetoclor, en aquellos lotes que tengan problemas de yuyos colorados resistentes.

En el sur, donde se siembra más del 50% del girasol en la Argentina, el girasol es ganador. Para Eugenio Ducos, de El Cencerro, de Coronel Suárez, en el sudoeste va a crecer la superficie sembrada. “A diferencia del año pasado, cuando había gran incertidumbre, el productor está convencido de sembrarlo y aparecen nuevos actores que se habían alejado del cultivo”, sostiene.

“El girasol es muy conocido por los productores del sudoeste. Si lo habían dejado, era por una cuestión de rentabilidad. Con la quita de retenciones vuelve a ser competitivo. Una de las limitantes va a ser la disponibilidad de semillas, lo que marca cuánto girasol se va a sembrar”, afirma.

En tanto, en el sudeste no esperan grandes cambios en el área. El asesor Pablo Calviño asevera que hace ya algunos años que el girasol compite mano a mano con la soja en esa región. “Acá, donde ambos cultivos tienen rendimientos parecidos, el girasol corre con ventaja por una cuestión de precios”, dice.

Tanto Calviño como Ducos coinciden en que en el sur el productor prolijo, que controla las malezas y siembra en fecha, tiene unas muy favorables perspectivas.

Ducos aporta que “se debe hacer un correcto control de malezas en el barbecho para acumular agua y es conveniente hacer fertilización fosfatada y planear la fecha de siembra a partir de una adecuada temperatura del suelo, que en el sudoeste ocurre a partir del 10 o 15 de octubre. En tanto, en suelos someros hay que demorar la siembra para la segunda quincena de noviembre, con el objetivo de que la floración caiga sobre fin de enero con temperaturas no tan altas. También hay que optar por semillas de calidad con buen poder germinativo, junto a insecticidas y fungicidas adecuados para lograr un buen establecimiento”.

Por su parte, Calviño recomienda para el sudeste cumplir con la fecha de siembra y no demorar la aplicación de herbicidas. “No tiene ningún sentido atrasarse más de 25 o 30 días en aplicarlos. Uno de los errores más comunes en varios productores es que esperan a que haya mucha maleza para hacer el control, cuando el cultivo ya sufrió competencia previa. Obviamente también hay que elegir entre los mejores híbridos y se debe cumplir un seguimiento estricto del cultivo para no encontrarse con sorpresas. Además, hay que hacer sí o sí un muestreo de nitrógeno al momento de la siembra”.

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