En Pablo Nogués, un emprendimiento familiar destina 900 mts2 para cultivar verduras de hoja, en Quilmes desarrollan huertas urbanas en espacios reducidos como balcones hasta invernaderos, de grandes extensiones. Dos ejemplos que buscaron sustentabilidad, desarrollo y cuidado del ambiente
La hidroponia es un sistema de producción en donde los nutrientes llegan a la planta, a través del agua, sin participación del suelo. El vocablo proviene de dos palabras griegas “Hydro”, agua y “ponos”, trabajo.
Ramiro Di Luzio, cuenta que trabajaba en una empresa multinacional auditando supermercados cuando un amigo, productor que vive en Brasil, lo contacta para proponer a los supermercados hacer hidroponia en las terrazas, para producir alimentos en zonas urbanas, “Esa idea despertó mi alma emprendedora, al mes que surge esa inquietud, Ramiro renuncia a su trabajo, viaja a Brasil para aprender y de regreso, inicia su proyecto familiar: “Del Agua Venimos”, que terminó siendo una producción comercial con varios canales de venta.
Cultivan lechugas, rúcula, albahaca, kale, berro, Radicheta y pak choi ( col de origen asiático). “Cosechamos y entregamos las plantas enteras, con raíz, es decir que se mantienen vivas y llegan a durar hasta 2 semanas en la heladera”, cuenta. Son verduras de hojas, llamadas también “microgreens”, “Son como mas tiernas, casi como un ternero”, grafica Ramiro. “Vendemos al público en el invernadero, entregamos a domicilio, restaurantes, almacenes y llegamos hasta el Barrio Chino”
Si se considera que, según los laboratorios del Mercado Central, más del 60% de las verduras que llegan contiene restos de pesticidas, herbicidas y fungicidas en niveles no permitidas para consumo, el cultivo sin agrotóxicos pasa a ser una gran opción para alimentarse.
Di Luzio explica cómo logran cosechar sin veneno: “Una plaga se puede prevenir, pero es más difícil de curar de manera orgánica una vez que está instalada, por eso, la clave es la observación y limpieza”, aclara. “Las plagas las enfrentamos solo con productos naturales e inocuos para las plantas y el ser humano, especialmente con aceite de neem, (aceite vegetal extraído de las frutas y semillas del Árbol de nim)”.
Leonardo Da Vinci también experimentó en este campo. En el 1600 el belga Helmont realizó experimentos que demuestran la obtención de nutrientes por parte de las plantas.
Durante la segunda guerra mundial las fuerzas aliadas instalan en sus bases sistemas hidropónicos para proveer de vegetales y frutas frescas a las tropas en conflicto. Luego, la hidroponia comercial se extiende a través del mundo en 1950.
La hidroponía, es una manera efectiva de la producción hortìcola , especìficamente en verduras de hoja y zonas urbanas, y, “además es una fuente de trabajo digna” especifica Ramiro y agrega, “No es elitista, en América Latina está muy bien difundida entre la gente trabajadora y acá en Argentina tiene un alcance federal”.
Según un reciente documento de la Organización de Naciones Unidas para Alimentación y la Agricultura (FAO), en base a datos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), la agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra son responsables del 23% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta. Cambiar la manera de producir alimentos, sin toxicidad, es un gran desafío y una necesidad.
La hidroponia, tiene menos consumo de agua y menos utilización de espacio, además no erosiona la tierra. Algo clave en su produccion: no se utilizan venenos.
Sebastian Padín es Fundador de Verde Agua y «apasionado hidropónico», como se autodenomina. Hace 4 años leyó en una nota que se podía cultivar alimentos en la Antártida y allí, como un pasatiempo o hobby hizo su primera huerta hidropónica en un balcón. Al poco tiempo comenzó a cultivar sus alimentos y fue el disparador de llevar esta actividad a un desarrollo comercial.
Su “fábrica como le dice” esta en Quilmes, pero desde oficinas en la Ciudad de Buenos Aires, explora una línea que los diferencia como emprendimiento. El equipo, compuesto de seis personas asesora sobre diseño en huertas urbanas, simples y de fácil mantenimiento. Igual que Ramiro, cree que si bien la verdura hidropónica, llamada “premium” por sus nutrientes, es más costosa, cualquiera puede tener una huerta. “Cada vez hay más personas que se animan a cultivar en la ciudad y comer sano”, dice Sebastián.
Los emprendedores, sus clientes, y un circulo cada vez mas grande, consumen sus verduras, cosechadas enteras, con raíz, también llamadas “plantas vivas”, que llegan a durar hasta dos semanas en la heladera. Una costumbre saludable y en expansión.
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