El agro también vive en la ciudad. Miles de latinoamericanos se dedican actualmente a la Agricultura Urbana en balcones, terrazas e hidropónicos, rompiendo el mito que para la producción de alimentos se necesita mucho espacio y dinero. La mayoría apuesta a lo orgánico pues no se usan agroquímicos para el control de plagas y enfermedades.
Esta creciente tendencia está llegando a las favelas de Río de Janeiro. “La agricultura orgánica marca tendencia en las grandes ciudades. No solo por la búsqueda de una alimentación orgánica, sino porque se acortan las distancias y se generan ingresos», según Marina Grossi del Consejo Empresarial Brasileño para el Desarrollo Sostenible citada por el sitio web Portaldemedioambiente.com
En Cuba, la experiencia tiene más de dos décadas y un éxito rutilante. El año pasado, su cosecha de hortalizas y hierbas aromáticas superó el millón de toneladas, mientras el total nacional de producción hortícola fue de 2,2 millones de toneladas.
En Venezuela juegan además otros factores. El Banco de Desarrollo de la Mujer de Venezuela (Banmujer) decidió financiar este tipo de esfuerzos para combatir la feminización de la pobreza y la pérdida de las raíces agrarias de las poblaciones pobres que se mudan del campo a pueblos o a ciudades.
Hay muchos ejemplos exitosos en La Argentina: Mar del Plata, Rosario y varios municipios del Conurbano Bonaerense, llevan adelante sus programas de Huertas Urbanas; mientras que Bahía Blanca, Venado Tuerto y Laprida, siguen adelante con programas de manejo de desechos sólidos orgánicos para uso como abono en AUP, entre muchos otros. Pero es el caso de Rosario, tal vez, el más desarrollado hasta el momento.
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