La cosecha local de girasol entró en su etapa final con un volumen parcial de 3,5 millones de toneladas cosechadas según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Y detrás de estos datos asoman las historias de los productores y técnicos que en distintas regiones del país continúan apostando al girasol.
NEA y NORTE SANTA FE. Son regiones el griasol se da muy bien. Sebastián Zuil, investigador de INTA EEA Reconquista, relata que la campaña 2018/19 estuvo marcada por una importante variabilidad en los rendimientos. Aquellos lotes que se lograron cosechar antes de los primeros días de enero tuvieron rindes buenos a muy buenos, mientras que en los posteriores hubo reducciones de entre 500 y 1.000 kg/ha. por las abundantes precipitaciones que en algunos lugares superaron los 500 mm en 15 días y complicaron las labores de recolección.
“A ello se sumó que muchos de los granos provenientes de lotes cosechados luego del temporal estaban brotados, con mala calidad”, aseguró el referente. En la zona central de Santa Fe un número importante de lotes estuvo afectado por vuelco total de plantas (asociado a precipitaciones y vientos fuertes en híbridos con tendencia al vuelco). En cambio, no se detectaron lotes con incidencias muy elevadas de Downy Mildew, principalmente debido a pocas precipitaciones ocurridas en los estadios iniciales y se realizaron controles de orugas “ya que hubo un pico poblacional a fines de octubre”, detalla Zuil.
LA PAMPA Y CÓRDOBA. En el norte de La Pampa y el sur de Córdoba la cosecha fue buena, aunque con algunas variables climáticas a investigar que pudieron haber incidido en la obtención de rindes superiores (como heliofanía en enero, golpes de calor de fin de enero y/o lluvias en floración). Luis Arias, asesor, ex presidente de ASAGIR y productor de la zona, acota que hubo respuestas a fertilizaciones nitrogenadas probablemente por la sequía de los primeros 9 meses de 2018 y el frío invernal que produjo una menor mineralización. Las bonificaciones en general estuvieron alrededor del 15-20% (Factor 115-120), aportando alrededor de 35-45 U$S/ton adicionales.
Luego de varios años donde los únicos girasoles sembrados en el sur de Córdoba eran confiteros por el problema de la torcaza mediana, la población de aves disminuyó y permitió un tímido regreso del girasol aceitero. “Si bien en los días previos a la cosecha hubo una mayor presencia de la plaga, los rindes oscilaron entre 1.800 y 2.500 kg/ha”, especifica Arias. “Uno de los principales desafíos en esta zona es el control de Yuyo colorado. Se están utilizando herbicidas presiembra y preemergentes y postemergentes.
Por su parte, Arias informó que en el norte de La Pampa los rindes fueron dispares. Los primeros girasoles cosechados tuvieron bajo peso de 1.000 y rindes menores a los esperados (entre 1.800 y 2.100 kg/ha), pero luego se pudieron ver rendimientos superiores (entre 2.200 y 2.500 kg/ha).
BUENOS AIRES. Según Gustavo Duarte, productor y consultor en la región oeste de Buenos Aires y este de La Pampa, los cultivos se implantaron en condición de escasas precipitaciones y en etapas tempranas sufrieron aportes de lluvias que por su intensidad y el acompañamiento de granizo hizo que en muchos casos se perdieran
áreas o se afectara la tasa de crecimiento inicial. “Una vez recuperados, la evolución fue buena pero llegada a floración (R1 en adelante) las precipitaciones fueron muy abundantes en general con afectación en el número de granos y peso de 1.000, que generaron fallas generalizadas”, cita el productor.
A su vez, destaca que los niveles de vuelco y quebrado fueron del 35% al 10%, mientras que hubo presencia normal de plagas
(defoliadoras, ligus en estrella, mosquita, etcétera) y Phomopsis/
Verticillum. Los rendimientos fueron dispares, con promedios de 2.000 a 2.200 kg/ha y rangos que van de 1.300 a 3.000 kg/ha. Un poco más al Sur, en los partidos bonaerenses de Adolfo Alsina y Guaminí, el productor Enrique Omar Moro relata que a pesar de haber sido una campaña extremadamente seca durante el período crítico del cultivo, el Margen Bruto del girasol en ningún lugar de la región dio negativo, a excepción de lotes con errores de manejo. Una
suerte distinta corrió la soja en esa región, donde los números no cerraron en varias ocasiones. Moro destaca que en la macro zona somera el rinde promedio fue de 1.500 kg/ha, mientras que en la macro zona arenosa profunda fueron de 2.500 kg/ha con muy buena respuesta al agregado de nitrógeno
Entre las sierras y el mar. Gastón Manuel Therisod, asesor del CREA Mar y Sierras, detalla que en el Sudeste el rinde fue ligeramente superior al promedio (+180 kg/ha). “Los ciclos largos parecería que rindieron un poco más”, expresa Therisod, quien considera que hubo pocos lotes tratados con fungicidas, lo que da la pauta de que hubo mejoras en sanidad. “Se vio la aparición de gramíneas resistentes a imidazolinonas. En tanto, en los lotes que no tuvieron daño de granizo se fertilizo casi un 50% de la superficie con nitrógeno y hubo que hacer control por isoca en casi el 80%”, especifica.
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