En general estamos acostumbrados a escuchar hablar de la fertilización por el aporte que los nutrientes hacen al suelo y que se traducen en productividad (o kilos) de los cultivos por hectárea; al tiempo que ayudan a balancear los elementos disponibles en el suelo y que cada cultivo va extrayendo campaña tras campaña.
Argentina está lejos aún de la tan ansiada reposición de nutrientes, aunque este año anticipan una mejor performance general de los fertilizantes aplicados. En rigor de verdad, la mejora vino de la mano del trigo, que fue fertilizado antes de la noticia del regreso de las retenciones. El maíz, que era la gran apuesta para este ciclo, parece que al sufrir las consecuencias del aumento de costos, vea mermada la voluntad de los productores de ajustar los planteos con menos nivel de fertilización. Pero, la buena noticia es que en 2018 se fertilizarán mejor los suelos agrícolas.
Ahora bien, mas allá de los nutrientes tradicionales cobran importancia los micronutrientes que impactan mucho en la productividad y también en la calidad de los granos. Por caso, el zinc, mas allá del aporte a las plantas es vital para el crecimiento, el desarrollo del cerebro, el buen funcionamiento del sistema inmunológico, la digestión y muchas otras actividades esenciales del organismo.
Según datos que difundió Yara, su deficiencia afecta a más de un tercio de la población mundial, principalmente a niños, adolescentes y embarazadas de países en vías de desarrollo,porque su alimentación se basa en cultivos básicos y pobres en este micronutriente. En los últimos años se ha avanzado en materia de mejora genética de semillas con la llegada de nuevos híbridos que impulsan los rendimientos. Sin embargo, al no mejorar el perfil nutricional de los suelos, lo que se observa es una mayor producción de granos con cada vez menor calidad nutricional. Y la deficiencia de zinc en los suelos es particularmente preocupante ya que afecta al 50 por ciento de los suelos agrícolas.
“Una correcta fertilización con zinc podría contribuir a mejorar la calidad de los alimentos y ofrecer un gran aporte en la lucha contra la desnutrición. Su disponibilidad es crucial porque se estima que cada año mueren en el mundo 800 mil personas a causa de la deficiencia de zinc, 450 mil de los cuales son niños menores de cinco años. De hecho, se considera que la deficiencia de zinc es el 5° factor de riesgo más importante para la salud en los países subdesarrollados”, argumentaron desde Yara.
Un ejemplo claro sobre los efectos de la fertilización con zinc es el estudio llevado a cabo por la Universidad de Rosario y el Conicet, que demuestra que la fertilización foliar de maíces Flint se traduce en una mayor presencia del micronutriente en sus granos, que luego son destinados a la industria alimenticia para la elaboración de productos como copos para desayuno, snacks y polenta.
Los ensayos se llevaron a cabo en el Campo Experimental Villarino, Zavalla, Santa Fe. Allí se compararon híbridos de variedades muy conocidas en el mercado. Por un lado se dejó una parcela sin fertilizar como testigo de control y, por otro, se fertilizaron parcelas con tres tratamientos diferentes: una con MAP a la siembra y urea en la fase V5; otra con una mezcla química de nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, magnesio y zinc a la siembra más una aplicación de CAN-S en V5; y la tercera con el mismo tratamiento anterior complementado con una aplicación foliar de zinc en la fase V10. El resultado arrojó valores contundentes: “Los dos tratamientos de fertilización con zinc aumentaron la concentración de zinc en el grano, con una gran respuesta especialmente después de la aplicación foliar”, señala Lucas Abdala, uno de los investigadores que participó en el estudio.
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