El cultivo de papa es uno de los más importantes de la Argentina. Según el Ministerio de Agroindustria de la Nación, en 2016 la producción superó los 2,4 millones de toneladas y la demanda externa es creciente. En este marco, investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) estudiaron la manera de aumentar los rendimientos de la variedad Spunta, una de las más frecuentes en el mercado interno. Por medio de herramientas biotecnológicas consiguieron, en condiciones controladas de temperatura y riego, plantas más robustas que produjeron entre 10 y 15% más tubérculos que las plantas comunes.
GENÉRICA. “Por medio de ingeniería genética generamos plantas de papa más robustas, con más hojas y con más capacidad de producir hidratos de carbono a través del proceso de fotosíntesis. En consecuencia, las plantas produjeron entre 10 y 15% más papas, es decir, tubérculos, que las plantas normales. Si bien los tubérculos fueron algo más pequeños, la cantidad total por planta fue mayor, y eso se tradujo en que el rendimiento total por planta aumentara en la misma proporción”, explicó Javier Botto, Profesor Adjunto de la cátedra de Fisiología Vegetal de la FAUBA.
Por su parte, Carlos Crocco, docente de la misma cátedra, destacó otra particularidad de las plantas de papa transgénicas. “Nuestros resultados, que están publicados en la revista Plant Phisiology, muestran que estas papas desarrollaron una capacidad notable para seguir fotosintetizando a buen ritmo en condiciones de radiación solar elevada, algo que sucede a menudo en condiciones de campo. Esto se debió a que las hojas sintetizaron unos compuestos específicos -llamados antocianas y fenoles- que les sirven como verdaderos ‘protectores solares’. Por lo tanto, creo que podemos empezar a pensar en que sería posible aplicar esta técnica biotecnológica a otros cultivos y a diferentes variedades de papa para potenciar su rendimiento”.
En este sentido, Gabriel Gómez Ocampo, co-autor del trabajo y becario del Conicet con sede en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA; UBAConicet), comentó por qué utilizaron papa en los experimentos. “Decidimos usar esta planta porque es un cultivo muy importante para el país. Por un lado, en la Argentina es un alimento de consumo masivo. Además, somos los terceros exportadores dentro de Latinoamérica después de Perú y Brasil. Por otro lado, para nuestro estudio modificamos genéticamente una de las variedades más comunes, la Spunta, que podemos comprar a diario en cualquier verdulería”.
TRANSGÉNICO INFRECUENTE. “La transgénesis que usamos sólo modificó un gen que la papa ya poseía en su ADN y que también expresan otros organismos fotosintéticos. En nuestro laboratorio, introdujimos el gen BBX21 de la planta modelo Arabidopsis thaliana y lo expresamos varias veces en las plantas de papa. Es decir, no le incorporamos nada nuevo. Por medio de transgénesis logramos aumentar entre 5 y 7 veces la dosis del BBX21 en papa. Lo que hace ese gen es producir una proteína que regula el funcionamiento -dicho técnicamente, la expresión- de otros genes vinculados con las respuestas de esta especie a la cantidad y calidad de la luz que recibe. Esto determinó que, al menos en las condiciones controladas del invernáculo, el resultado agronómico fuera alentador: las plantas transformadas fotosintetizaron y produjeron más”.
FUTURO. “Nos interesa muchísimo la posibilidad de interactuar con productores y, por qué no, con el Estado y sus organismos, para estudiar qué pasa con estas papas transgénicas en condiciones de cultivo a campo. Ver cómo se comportan, por ejemplo, ante el estrés hídrico, a la presencia de sales en el suelo o frente al ataque de plagas, cosas que suceden en el mundo real”, expresó Botto, y destacó, ademas, la participación de Edmundo Ploschuk y Anita Mantese, docentes de las cátedras de Cultivos Industriales y Botánica General (FAUBA), respectivamente, como co-autores del trabajo. “Nos dimos el lujo de hacer ciencia básica con papa, algo que no es frecuente, y demostramos que se podría aumentar la productividad de este cultivo fundamental para la Argentina”, sostuvo Crocco, y añadió: “Creemos que es el momento de hacer ensayos a otras escalas y, en principio, con otras variedades y en distintas regiones del país. Por ejemplo, en Balcarce, Córdoba o Tucumán”.
Por Pablo Rosset para Super CAMPO.
Twitter
Facebook
G Plus