La alfalfa es una forrajera capaz de enfrentar al déficit hídrico por su capacidad de extender sus raíces hasta una profundidad de seis metros para extraer humedad de las napas. Recomendaciones del INTA para identificar el cultivar que mejor se adapta a cada región y actividad productiva, un adelanto del 2.° Congreso Mundial de Alfalfa que se realizará del 11 al 14 de noviembre en Córdoba.
“La alfalfa es una especie perenne con capacidades morfológicas y fisiológicas para tolerar el déficit hídrico”, aseguró Daniel Basigalup, técnico del INTA Manfredi –Córdoba– y autor del libro “El cultivo de la alfalfa en la Argentina”, quiendestacó que la planta “aumenta la eficiencia en el uso de agua, a medida que el estrés hídrico se incrementa”.
Para esto, cuenta con un sistema radical robusto y profundo, cuya función principal es la absorción de agua. “Sus raíces se pueden extender hasta una profundidad de seis metros para extraer humedad de las capas profundas del suelo, si no existen impedimentos en el perfil”, explicó. Esta fuente de agua puede suplir, parcialmente, las necesidades del cultivo, en mayor proporción a medida que la precipitación efectiva anual disminuye.
No obstante, el especialista advirtió que “si bien la alfalfa puede resistir largos períodos de sequía, esta situación la obliga a reducir la expansión de las hojas, lo que afecta la fotosíntesis, la intercepción y la eficiencia de uso de la radiación”. Esto provoca que la producción de materia seca se reduzca rápidamente.
De acuerdo con el especialista de Manfredi, la producción de forraje estará condicionada, principalmente, por la captura de los recursos agua y radiación solar, sumado a las condiciones de temperatura que pueden ejercer algún grado de limitación en la eficiencia de uso de aquellos recursos.
Fuente: INTA
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