Por Iliana Gandur

Para muchos puede significar toda una novedad, pero Tucumán con sus 100 hectáreas de vides cuenta con una tradición vitivinícola de 130 años. Las variedades implantadas en la zona son Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda, Sirah, Tannat y Torrontés; vinos de excelente calidad y muy concentrados.

Los singulares ejemplares son resultado de las condiciones del terroir: una gran altura, que no baja de 1.700 metros sobre el nivel del mar y, en algunos sitios, supera los 2.500 metros; una gran amplitud térmica; una fuerte irradiación solar; vientos suaves y constantes y materia prima de calidad.

Luis Rolando Díaz es propietario de la bodega Altos La Ciénaga, ubicada en Colalao del Valle, a 2.300 metros de altura y tiene 4 hectáreas de viñedos. Sus vinos con huella artesanal se valen del menos es más y ganan lugar entre los entendidos.
Cultiva 4 variedades tintas: Syrah, Malbec, Cabernet Sauvignon y Tannat que se caracterizan por tener sabor, color y aroma muy intenso. “El Valle Calchaquí tiene un clima ideal para la uva, no hay problemas de sanidad. Lo peor que te puede pasar en un viñedo es que te ataquen los hongos; atacan las hojas y, si no hay hojas, no hay alimentos y los frutos no maduran. La altura de los valles y los vientos hacen que los hongos no prosperen. Por eso, no necesitamos tratamientos preventivos. Llevo 8 cosechas sin aplicaciones de ningún tipo; para devolverle a la tierra lo que le sacamos, usamos guano. En la elaboración del vino, usamos la acidez natural de la uva, es muy sano”, cuenta Díaz.

Tucumán cubre una pequeña porción de todo lo producido a nivel nacional. Sin embargo, se posiciona como un núcleo fuerte representado por la Cámara de Bodegueros y Viñateros del Tucumán bajo la marca paraguas Vinos del Tucumán.
El norte tiene mucho potencial y, sus exclusivas condiciones, le otorgan alto valor a sus productos y gran competitividad.