En sus orígenes, la humanidad mantenía una relación muy estrecha con la naturaleza y la analizaba con minuciosa atención para protegerse de los desatinos climáticos y para comprender los ciclos productivos que le proveían el alimento. Si bien la subsistencia dependía prácticamente de la observación, hoy los expertos que piensan en el futuro de la agricultura también sugieren recuperar algo de ese saber mirar.
Se refieren al valor de conocer las características de ambientes, cultivos e interacciones biológicas para lograr sistemas agrícolas competitivos, sostenibles y factibles. En este contexto, especialistas del INTA, junto con investigadores, productores y entidades del sector, realizan estudios prospectivos y ensayos a campo, donde aplican diferentes tecnologías de procesos y de conocimientos para potenciar productividad y sustentabilidad.
“Es primordial tratar de lograr que los cultivos tengan su hábitat ideal, en función de las condiciones agroecológicas y de las prácticas que puedan adoptarse, como rotaciones diferenciales, manejo de fechas y otras acciones complementarias como densidades de siembra, fertilizaciones, entre otras”, explicó Pablo Calviño, exasesor del grupo CREA y actual director técnico de la empresa Zubiaurre S. A.
De acuerdo con Calviño, la elección de implementar un planteo agrícola por ambientes surgió de observar “diferencias muy importantes de rendimiento” dentro de un lote, cuya historia productiva y de manejo agronómico era bastante homogénea y adecuada. Los especialistas analizaron la influencia de diferentes factores –profundidad de suelo y de napa freática; riesgo de heladas; ubicación topográfica y pendiente del terreno– en las variabilidades de rinde. Luego, cruzaron los factores, definieron cinco tipos de ambiente e identificaron rotaciones y manejos de cultivo específicos para cada uno de estos.
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