Existen muchas variedades de lentejas en el mundo, y todas ellas poseen similares características nutricionales.
Su gran contenido de fibra las convierte en aliadas a la hora de estimular la salud intestinal y combatir el estreñimiento y esto, además, nos ayuda a disminuir los niveles de glucosa en sangre.
Aportan gran cantidad de hierro, por los que su consumo es altamente recomendado para las personas que siguen una alimentación vegetariana o vegana y que no quieran sufrir de anemia. Siempre aconsejo comerlas con unas gotas de jugo de limón, esto favorece la absorción del hierro “no-hem”, ¡que es el que aportan las legumbres!
Además, poseen vitaminas del grupo B, entre ellas ácido fólico, tan recomendado en los primeros meses de embarazo para prevenir malformaciones del tubo neural en los bebés y un correcto y sano desarrollo del feto en todas sus etapas.
Sus hidratos de carbono complejos son de alta calidad y nos brindan buenas dosis de energía de alta duración y saciedad sin modificar abruptamente los niveles de azúcar en sangre.
Contienen buenas dosis de Calcio, Magnesio, Zinc, Fósforo, Potasio, Sodio y vitaminas A y E.
A la hora de incorporarlas a nuestra alimentación, podemos utilizarlas de las formas más variadas: en sopas, guisos, hamburguesas, rellenos de tartas y empañadas, patés y dips, ensaladas y guarniciones.
FUENTE: Mariana Bisso de Cocina Mona para Sabe la Tierra.
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