Supercampo

Twitter

Facebook

G Plus

Suscribite

Agricultura

08/09/2014

«En la Argentina tenemos adicción por antinomias que no conducen a nada»

En el marco del Primer Simposio Valor Ganadero, especialistas disertaron acerca de la posibilidad de volver a esquemas agrícola-ganaderos en los lotes del país.

Varias décadas atrás era común que las explotaciones agropecuarias pampeanas fueran mixtas, con lotes agrícolas y ganaderos. La expansión de la agricultura y el desplazamiento de la ganadería hacia el norte trajo consigo la falsa dicotomía entre una u otra actividad, según la zona a considerar. Dos ejemplos presentados en el Primer Simposio Valor Ganadero mostraron cómo en plena Zona Núcleo y en el sudeste bonaerense se puede volver a hacer exitosamente lo que quizás nunca se debió abandonar

Los ingenieros agrónomos Carlos y Alberto Bunge, hermanos y propietarios de la empresa Agrocasea, presentaron en su disertación titulada Cría eficiente y rentable en zonas agrícolas el caso de su Establecimiento La Merced, de Pergamino (Buenos Aires), donde luego de años de agricultura continua, hace diez empezaron a hacer ganadería para aprovechar lotes no agrícolas y diversificar riesgos, demostrando que es posible hacer soja y tener vacas.

Explicaron cómo en 262 hectáreas -con un esquema 70% agrícola y 30% ganadero- logran rentabilidad en ambos rubros, en una escala de mediana a chica. Buena parte del campo está compuesto de lotes bajos con cañadones que producen problemas de alcalinidad y salinidad, quitándole toda aptitud agrícola. Para ganadería utilizan 48 hectáreas de pasturas y 35 hectáreas de campo natural, que se incorporaron al sistema productivo al no ser opción para la agricultura. Actualmente cuenta con 275 cabezas, que llegarían a más de 400 luego de la próxima parición.

La alimentación del ganado se compone de un 30% de pasturas a base de alfalfa, 26% de campo natural, 13% de verdeos de invierno a base de raigrás y el resto de rastrojo agrícola levemente pastoreado. La carga promedio es de 2 cabezas por hectárea, siendo la máxima de 4 vacas por hectárea, en pasturas de alfalfa en primavera-verano.

Para lograr este esquema, destinaron el 20% de los lotes de aptitud agrícola a implantar pasturas en base a alfalfa, resultado final de “discusiones eternas entre los socios”, según los dichos de Alberto Bunge.

El rodeo es cerrado, sin compras externas, con entore precoz, inseminación artificial a tiempo fijo y destete convencional. Aplican un plan sanitario anual que les garantiza un rodeo libre de enfermedades venéreas. También utilizan vacunas antidiarreicas y antiabortivas en forma preventiva y rotan las drogas usadas como antiparisatarios.

Para Bunge, es muy importante la gestión de parámetros económicos productivos. Señaló que hay que aumentar la eficiencia de cosecha del pasto por parte de los animales. Para ello practican pastoreo rotativo con parcelas muy chicas y fertilizan las pasturas. También suplementan con rollos y silaje de maíz. Con este esquema han alcanzado una producción de 290 a 300 kg de carne/ha en últimos 2 años.

Sumar, planificar y aprender a medir
Por su parte, el ingeniero agrónomo Gustavo Almassio, Premio Testimonios Clarín Rural 2014, comenzó explicando por qué le puso a su disertación el título Agricultura y ganadería integradas: mas ‘y’ que ‘o’. «En la Argentina tenemos una gran adicción por las antinomias que no conducen a nada, situación que también se da en el campo: entre agricultura y ganadería, tambo encerrado o pastoril y muchas otras cuestiones que integrarían una larga lista», comenzó.

Almassio sostuvo que «la ganadería es pasión y que hacerla o no depende no tanto del suelo sino de cuánto el productor pueda involucrarse en un planteo ganadero: si tiene empleados, equipo, tiempo disponible y de su grado de preparación para afrontar la explotación. En ganadería todo sirve: pasturas, verdeos, silaje, rollos, grano, a campo y a corral. Debe ser ‘y’ en vez de ‘o’. Son discusiones que no conducen a nada y en las que se pierde mucho tiempo. Estamos en la Argentina, donde siempre hay que tener un plan A, B, C y mucha flexibilidad«.

“La ganadería implica planificación a largo plazo. Y lo que hay que transmitir a los productores y profesionales es aprender a usar datos, a medir y que las decisiones se tomen sobre bases concretas y no según sensaciones o estados de ánimo. Hay que elegir los animales, no sólo por fenotipo sino también con datos genéticos”, señaló.

Almassio explicó cómo en su campo de San Cayetano realizan ciclo completo con cría, servicio de primavera, invernada con feedlot -usando verdeos, suplementación y encierre- y novillos en post temporada.

Destacó que en el sudeste la inclusión de la ganadería es ventajosa porque en campos agrícolas la oferta forrajera se achica en primavera, cuando los lotes van a los cultivos de cosecha gruesa. También porque allí la soja de segunda sobre trigo es de muy alto riesgo por las heladas. Y porque además se da un mejor aprovechamiento del agua disponible en otoño-invierno y hay mayor control de rama negra en invierno.

Por último, citó que en esta zona la cadena forrajera se compone de bajos, verdeos, rollos, silajes de cebada, trigo y sorgo. Y en cuanto a la rentabilidad de la ganadería en la región dijo que hay que analizar cada caso y, sobre todo, aprender a medir, situación que calificó como gran falencia de la ganadería argentina.

Finalmente sostuvo que “hay que potenciar el sistema mixto en siembra directa, diversificar e integrar” y que “tiene que haber mentalidad agrícola en ganadería”. Y en cuanto a la pasión por la actividad sostuvo que ella es el combustible para seguir en los momentos difíciles.

08 de septiembre de 2014

 

Archivado en: , , ,

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *