LA PALABRA EMPRENDEDOR le cabe como anillo al dedo a la definición de Jorge Lucea, quien trabaja en el campo desde que tiene uso de razón. El ordeño manual de una vaca o acompañar las tareas de fumigación fueron parte de la historia de su infancia hasta la adolescencia, cuando se decidió a trabajar por su cuenta. Hoy, a los 52 años, posee unas 900 hectáreas propias otras 4.000 en alquiler en González Chaves, provincia de Buenos Aires.
Fue uno de los pioneros en hacer siembra directa en la región y ocupó la presidencia de la regional Aapresid en Tres Arroyos a mediados de la década pasada.
La empresa “El abuelo” nació como netamente agrícola, pero cuando comenzó a tomar campo propio se transformó en mixto con ganadería, llegando a tener 800 madres. Jorge recuerda que “en 1998/99 empecé a hacer las primeras pruebas con siembra directa y ahí vi que la ganadería no iba a ser compatible. Luego, por cuestiones de disponibilidad de mano de obra, aunque se pueden hacer las dos cosas, no nos dában los tiempos. Hoy tengo unas ciento cincuenta cabezas para llenar unos bajos.”
Con el sistema ya consolidado, siembra el 50 por ciento de la superficie con soja de primera y en la otra mitad hace cultivos de fina combinados con soja de segunda “por decreto”, según su propia definición, salvo que se haya producido una sequía importante.
La rotación que utiliza es arveja – soja de segunda, cebada – soja de segunda, alpiste o trigo – soja de segunda. Luego viene un año de soja de primera y vuelve a empezar la secuencia con arveja. “La soja nos salva la vida -sostiene Lucea-, cuando hace diez años hablar de soja de segunda era ciencia ficción. Hoy estamos cosechando 5.000 kilos de cebada pero tenemos costos de 4.500. Eso quiere decir que sembramos la cebada pensando en la soja y que nos vaya bien. Es muy triste esa cuenta, hay gente que sembró se le perdió por las indundaciones. Estamos viviendo una situación de muy bienos precios internacnales pero se empezó a despintar todo. Es cuestión de aumentar la eficiencia para seguir vivos.”
Para Lucea es fundamental el cultivo de arveja para su sistema, ya que luego de la cosecha deja un mínimo de 100 kilos de nitrógeno disponible para dos buenas cosechas de los cultivos siguiente. Con respecto al mercado, comenta que “hace dos años no tenía a quien venderle y este año con el problema del norte hay un muy buen precio.”
Siga leyendo la nota en la edición de enero de Super CAMPO.
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