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Equinos

15/12/2019

Cómo elegir un buen caballo

Para escoger un equino debe observarse al animal desde el frente, ambos costados y atrás. Primero con el animal quieto y luego en movimiento.
EQUINOS. Es necesario que personas encargadas de la revisación de los equinos tengan experiencia en la detección de defectos.

Para adquirir o elegir un equino se realizan un conjunto de pasos, cuya finalidad es preferirlo entre otros, y en la mayoría de los casos se efectúan teniendo en cuenta variados caracteres, como veremos más adelante.

Para realizar la elección de un ejemplar, debe establecerse un sistema de inspección metódico y minucioso, analizando la anatomía y fisiología normal de cada una de las regiones del cuerpo (sin olvidar ninguna), la belleza fenotípica, la importancia del individuo dentro de los parámetros raciales o de la actividad que desarrolle y los aplomos de los miembros anteriores y posteriores.

Es indudable que el éxito en el destino asignado al caballo elegido dependerá de la capacidad que se posea para saber evaluar y para reconocer con precisión, aquellos valores positivos pero y también los negativos de un equino, en el momento de efectuar una elección. Al elegir un equino, tendremos en cuenta los siguientes caracteres:

1) Raza: Ésta dependerá de la actividad a la que destinemos el caballo, pues existen razas que se caracterizan por poseer una demostrada aptitud, comportamiento y carácter para realizar una determinada tarea o deporte. Podemos también elegir pero que reúna las condiciones que buscamos para esa tarea.

2) Sexo: Nos encontramos con la posibilidad de la elección de una hembra o de un macho, y en este caso con una doble posibilidad: entero o padrillo y castrado. El macho entero posee la particularidad que para realizar un trabajo o deporte generalmente requiere de un manejo experimentado por su carácter, y además, por su actitud fisiológica ante la presencia de una yegua en estado de estro o celo. Cuando el ejemplar elegido se destinará para la reproducción, ya sea una hembra para la manada o un macho para ser utilizado como padrillo, tendrán que cumplir con determinadas exigencias.

3) Edad: La misma debe ser establecida de antema no y estimada en el ejemplar elegido. Cuando se trata de reproductores, en ciertas ocasiones la posibilidad de obtener unas crías de animales importantes desde el punto de vista zootécnico, hace que se adquieran de edades maduras, y eso modifica muchas veces los resultados reproductivos. En cambio para el trabajo y deporte, es conveniente elegir caballos con un buen rango de vida por delante.

4) Aptitud: Para efectuar un trabajo, un deporte o la reproducción, es necesario evaluar y comprobar su idoneidad para cumplir con el fin previsto. Un caballo puede ser muy importante exteriormente, o sea su belleza fenotípica, pero cuando es seleccionado para cumplir con un fin previsto, tiene que poder demostrar su capacidad para desarrollar eficazmente el mismo.

5) Antecedentes: Si estamos adquiriendo un animal de pedigrí, comenzaremos con el análisis de sus parientes: antepasados, parientes colaterales (hermanos, tíos, etcétera), y si el caballo tiene suficiente edad, evaluaremos su descendencia, por lo tanto debemos conocer las características de sus hijos.

En el estudio familiar es importante además, efectuar un análisis de la existencia de la transmisión genética de defectos hereditarios, pues la presencia de cualquier anormalidad, ya sea en el padrillo o en la yegua, convierte al animal “elegido” en un individuo inepto para la actividad reproductiva. En ésta, se trata de reproducir las cualidades y las aptitudes de uno o varios caballos, con la idea de conservar o mejorar las características de los animales, o sea todo reproductor debe tener la capacidad de transmitir sus virtudes a su descendencia, y no sus defectos. Es importante, la existencia de antecedentes sobre el caballo y su participación en eventos (exposiciones, competencias, etcétera), donde quede demostrada su aptitud y rendimiento.

6) Conformación: Consiste en la observación de las diferentes porciones que constituyen el organismo, basándose en la simetría, forma y el tamaño normal de las distintas partes anatómicas. El caballo que posee una correcta conformación entre la masa ósea y muscular, mostrará al observarlo en su conjunto, un aspecto general de equilibrio, fuerza, energía y resistencia, proyectándose con una imagen de una correcta eficacia mecánica.

En este caso se trata, generalmente, de animales menos susceptibles a sufrir alteraciones físicas y gozando a su vez, de un mayor rendimiento en la actividad que lleven a cabo, permitiéndole cumplir eficientemente con las esperanzas volcadas en él. Inversamente, los graves defectos de conformación afectarán en forma negativa su rendimiento, produciendo limitaciones físicas que se verán reflejadas en los resultados en el trabajo o deporte.

La conformación de un equino presenta variaciones según la raza o la actividad que desarrolle, por ejemplo: los caballos destinados a un trabajo de tracción, presentarán un crecimiento muscular proporcional a la necesidad de potencia física que le demandará su trabajo. En ciertas ocasiones, la existencia de una determinada dolencia se ve acompañada por cambios en la conformación del caballo, porque se modifica la estructura y funcionalidad normal de la región afectada, como la existencia de una atrofia muscular o la deformación característica que produce la inflamación de los tendones flexores de los miembros anteriores y posteriores (cuerdas).

Tales cambios son descriptos como síntomas o signos de una enfermedad determinada, originadas por un conjunto de causas, pero se hacen evidentes porque modifican la conformación normal.

El correcto examen de un equino debe efectuarse sobre un piso duro, debido a que una pastura con vegetación desarrollada puede esconder los defectos que haya desde el carpo o tarso hasta el pie. La persona que realiza una observación debe tener cierta experiencia en la visualización de defectos, y esto lo aprecian con mas facilidad, aquellos individuos que están acostumbrados o habituados a reconocer las estructuras normales.

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