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Actualidad

14/10/2020

Agroquímicos: qué son las camas biológicas

El INTA promociona las camas biológicas como un sistema sencillo y efectivo para minimizar la contaminación por plaguicidas.

Argentina se encuentra en el cuarto lugar en cuanto al consumo de fitosanitarios, luego de China, Estados Unidos, y Brasil. Por ese motivo resulta fundamental desarrollar tecnologías innovadoras y accesibles que respondan de una manera sustentable al problema de la contaminación, y las camas biológicas o biobeds se convirtieron en una solución viable y práctica para proteger los recursos naturales y la salud humana.

 “Las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) tienen 7 requisitos o criterios para poder certificar. Uno de los requisitos habla de la gestión sostenible y responsable de los fitosanitarios”, indicó María del Carmen Rivas, investigadora del Instituto de Suelos del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA.

El origen de las camas data de Suecia en la década del ´90, como una respuesta a la necesidad de encontrar un sistema sencillo y efectivo para minimizar la contaminación por plaguicidas. Es una iniciativa proactiva para abordar y minimizar el riesgo ambiental de la manipulación de fitosanitarios con métodos y protocolos de fácil adopción para el productor.

El INTA ha comenzado a promocionar el uso de las camas biológicas a raíz del vínculo generado con Liticia Pizzul y María del Pilar Castillo, quién fue invitada en el año 2013 al Primer Taller Internacional de Biorremediación (PRITIBIO), organizado por el Instituto de Suelos del INTA y la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), del cual resultó la posterior publicación del libro “Biorremediación de los recursos naturales”.

Qué son las camas biológicas

Son una construcción sencilla y versátil diseñada para retener derrames y degradar los fitosanitarios. Se implementan varios diseños, según diferentes situaciones, tipo de producción agrícola, condiciones climáticas y disponibilidad de recursos. Consisten en una excavación en el suelo que varía de los 60 cm a 1 metro de profundidad, rellenada en el modelo sueco de abajo hacia arriba por una capa de arcilla, una biomezcla de paja, suelo y turba y una capa de césped en la superficie.

El propósito es la retención de los líquidos, en caso de que ocurran derrames accidentales durante el llenado del equipo, y la degradación de los compuestos químicos a través de la acción de los microorganismos que se desarrollaron en la biomezcla.

Hay dos momentos críticos en el manejo seguro de los fitosanitarios: el preparado del caldo y llenado del tanque/mochila aplicadora; el lavado del equipo aplicador y de los envases junto con su correcta disposición final. En esos momentos críticos la recomendación clásica tradicional es contar con equipos o elementos de contención anti derrames, actuando de una forma reactiva, cuando el “daño” ya sucedió.

En ese sentido, y de acuerdo con Rivas, lo que caracteriza a las camas biológicas, además de su versatilidad es su proactividad. “Queremos recuperar el concepto de bioprofilaxis, que es de origen griego, integrada por pro que significa “antes”, y por philax, que designa a un “guardián o protector”, subrayó.

En 2018 se propuso en el IRAM hacer una normativa, y recientemente salió a consulta pública la Norma IRAM Guía para la construcción y manejo de camas biológicas, la cual una vez publicada, resultará fundamental para el desarrollo masivo de esta herramienta.

El especialista en implementación de Buenas Prácticas en el uso de Fitosanitarios de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), Federico Elorza, explicó que en 2019 “lograron instalar las primeras 5 camas a nivel de productores extensivos y hoy hay en construcción 6 más en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba”.

Fuente: INTA Informa

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