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Apicultura

06/12/2018

Polinización: Diversidad para las abejas

Cultivos agrícolas, insectos polinizadores y especies nativas, componen el escenario de un paisaje con vegetación diversa, en favor de mayores rindes y más especies benéficas.
Algunos cultivos, como el girasol, dependen en alto grado de la apis mellífera, para incrementar los rindes.

Cultivos extensivos, especies vegetales nativas e insectos polinizadores conforman una tríada que cayó en desgracia en los últimos años. Sin embargo, gracias a los paisajes pensados para cumplir distintas funciones al mismo tiempo, donde las especies vegetales sean diversas, pueden volver a trabajar de manera sinérgica en pos de una producción agrícola duradera y del futuro de la humanidad.

La preservación de insectos polinizadores (abejas u otros) puede beneficiar de manera notable al sistema agrícola en muchos aspectos, incluso en sus rindes. Los paisajes agrícolas de Argentina a menudo carecen de la diversidad y abundancia de las flores que los polinizadores necesitan para sobrevivir y actuar sobre los cultivos.  En consecuencia, desde hace tiempo, investigadores y referentes del espacio agrícola se preguntan si la forma de agricultura impuesta en la Argentina en los últimos años es sustentable a corto y mediano
plazo.

Quienes miran con los dos ojos y defienden el medio ambiente y la producción agropecuaria en su conjunto, no dejan de pensar en qué habría que modificar para detener la erosión –indiscutible- de los suelos, como así también los crecientes problemas de malezas e insectos resistentes; con el objetivo de beneficiar al sistema agropecuario en su totalidad. Sin perder de vista, claro está, el papel importante que juegan los polinizadores en el esquema productivo.

Una metodología interesante – ya existente en el país-, es la preparación de sector es de malezas con el objetivo de preservar el hábitat de los polinizadores y medir su impacto sobre la producción agrícola.

MUCHAS FUNCIONES. Existen proyectos globales que tienen como objetivo aumentar el número de polinizadores en paisajes agrícolas, evaluando distintas combinaciones de vegetación nativa con los cultivos de producción extensiva. A estas propuestas se las conoce como paisajes multifuncionales.

Más del 90 por ciento de las plantas depende, en mayor o menor medida, de los polinizadores, incluyendo los principales cultivos a nivel mundial. Según el Dr. Marcelo Aizen, investigador superior del CONICET, en el Instituto de Investigaciones de Biodiversidad y Medioambiente de la Universidad Nacional del Comahue, “los insectos tienen diversas funciones y existe una gran variedad de ellos”. Con respecto a las especies vegetales señala: “Aumentar la biodiversidad incrementa el número de polinizadores, permite crear un hábitat para pequeños mamíferos y aves, contribuye a reducir la erosión del suelo y a proteger valiosos recursos hídricos. Desde el punto de vista productivo, mejora el rendimiento de cultivos y su calidad, reduce costos asociados a servicios de polinización, aumenta la biodiversidad en los campos y la sustentabilidad de los cultivos. La preservación de insectos polinizadores (tanto abejas melíferas como de otros insectos) puede beneficiar notablemente al sistema agrícola en muchos aspectos, incluyendo los rendimientos”.

HOY Y MAÑANA. Quienes trabajan en este sentido se preocupan por el futuro y aseguran que un alto porcentaje de la generación actual de asesores, que es la que viene trabajando en el campo en las últimas dos décadas, lo hace sin ninguna política agraria que incluya objetivos de conservación. Es preciso que profesionales en agronomía trabajen en forma mancomunada con los de las ciencias ambientales, atentos a lo que aúne conservación y biología, en pos de un futuro más equilibrado.

Cualquiera que transite por las rutas argentinas está acostumbrado a ver kilómetros y kilómetros de banquinas sembradas. Y los que saben son contundentes en afirmar que, es mayor el beneficio que se puede obtener (desde lo productivo), cuidando un refugio de malezas, que lo que se puede sacar sembrando hasta el último metro
o destruyendo la flora nativa y, por ende el alimento de los polinizadores. Por supuesto, no se trata de introducir una variable externa; sino que se armen los refugios que por naturaleza acompañan la producción de cada región. Para lograr la biodiversidad necesaria es preciso que agricultores y asesores trabajen juntos en la evaluación de las especies adecuadas para crear sectores de vegetación diversa.

Por Mariel Tibau Martínez para Super CAMPO.

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