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Ovinos

26/06/2018

Negocio cooperativo con lana y moahir

En una cooperativa indígena de Jacobacci, provincia de Río Negro, sus 200 socios reciben capacitación permanente, acopian la lana y la venden en subastas públicas.
Ovinos. Los socios de la cooperativa tienen la posiblidad de renovar la genética de sus majadas. Las lanas, una vez clasificadas y analizadas, se empacan en fardos de 300 kilos.

La Cooperativa Ganadera Indígena es un emprendimiento dedicado a la actividad caprina y ovina formado por 200 pequeños productores, que obtuvieren el año pasado 50.000 kilos de lana y unos 7.000 kilos de mohair. La entidad se encuentra en la localidad rionegrina de Ingeniero Jacobacci, al suroeste de la provincia y a unos 200 kilómetros de Bariloche.

El origen de la cooperativa se estima en 1909 pero tomó forma legal hace 43 años. Hoy ofrece servicios a los productores: aporte de genética, acopio y venta de forraje, empaque y comercialización de la lana, así como el mohair que aportan sus socios y son vendidos en subasta pública al mejor postor. El galpón se construyó con el aporte de los socios y la asistencia del Programa Pro Lana y de la provincia de Río Negro.

PRODUCCIÓN. “Cada productor tiene una majada que oscila entre 30 y 150 ovejas y cabras en partes iguales. Las ovejas producen un vellón de cuatro a cinco kilos, mientras que de las cabras obtienen alrededor de 1,5 a 2 kilos de pelo mohair. Las cabras criollas producen 1,5 litro de leche por día”, explica a Super CAMPO Edgardo Mardones, presidente de la cooperativa.

Los ovinos son de la raza Merino, las cabras son Angora y Criollas. Las primeras producen mohair exclusivamente, mientras que las segundas son para la producción de leche y carne. La entidad también presta apoyo en materia genética: “En la cooperativa tenemos identificados a los productores que hacen lotes individuales y cuya lana se destaca por la calidad. Elegimos los mejores corderitos para dejarlos como carneros y hacemos llegar el beneficio a otros productores. Hoy buscamos un animal que sea regular pero que se adapte a las características del campo”.

Los productores tienen una superficie cercana a las 1.500 has que se utilizan para el manejo de las majadas a pesar de tratarse de suelos muy difíciles, aunque algunos integrantes de la Cooperativa tienen una mayor cantidad de hectáreas: “Más del 80% de la superficie, pertenece a las comunidades indígenas, con reconocimiento oficial y alrededor del 20% se trata de tierras con título de propiedad”, detalla Mardones.

Además de los productos comercializados por la cooperativa, la dirigencia trabaja en le permanente capacitación de sus socios. Por ejemplo, comenta Mardones que «cuando comenzamos a trabajar con las chivas criollas capacitamos a nuestros socios en la producción de carne, la elaboración de quesos y recientemente comenzamos a trabajar en la extracción de Cashmire».

COMERCIALIZACIÓN. Durante 15 años, la cooperativa rionegrina exportó la totalidad de la producción de lana sucia a la Central Lanera Uruguaya, una cooperativa vinculada a la entidad argentina por un convenio, con volúmenes que alcanzaron en su momento a los 110.000 kilos. La mercadería se selecciona y se empaca en fardos de 300 kilos en el galpón de la cooperativa. “Para vender la lana convocamos a una licitación y se entrega a la empresa que proponga la mejor oferta y en las condiciones que se encuentre la materia prima. Los clientes son tres empresas de Trelew y Chubut. Para la venta de lana se confecciona un pliego en el que se consigna los kilos y la calidad de lana a vender, un precio base, los plazos de pago y la fecha en que se cargará la lana. En la documentación entregada al comprador se identifica su origen y los análisis de calidad”, explica el productor. Mardones cuenta que recientemente se vendieron 28.000 kilos de la lana sucia pre parto y se recibieron 7,55 dólares por kilo. “Este es el primer año que logramos vender la lana a precio real”, asegura.

Otra forma de comercialización la puede realizar el productor que obtenga 600 kilos o más en forma individual y recibe un adicional por calidad. En el caso de que obtenga menos de 300 kilos de lana, se entrega a la cooperativa con la clasificación “Majada general”. El paso siguiente es controlar el largo de mecha y la calidad de esa mercadería. El pago es igual para todos los socios.

Los productores realizan la esquila de las ovejas de acuerdo con las características climáticas de la región. En las zonas más cálidas esa tarea se realiza en octubre. En las explotaciones más cercanas a la cordillera, esta actividad se realiza entre diciembre y enero, pero con un rinde menor. La cooperativa posee también una carnicería en la que se comercializa la carne ovina y caprina, como una forma de dar más valor agregado al negocio.

FINANCIAMIENTO. Los pequeños productores adheridos a la cooperativa, recurren al crédito por intermedio de la entidad para financiar la zafra que incluye la compra de ropa para los esquiladores o, reparar algunas herramientas: “El año pasado tomamos un crédito de un millón de pesos para financiar la zafra de lana y ya se devolvió casi en su totalidad. Para el mohair solicitamos 150.000 pesos que ya se devolvieron. Puede ocurrir que el productor necesite hacerse de recursos, entonces malvende una parte de su producción. En cambio, de esta manera puede disponer de ese dinero sin problema”, añade el presidente.

Los préstamos provienen de aportes hechos por la Ley Ovina y el Río Negro Fiduciario, que cobra una tasa de interés muy baja, comparado con las del mercado nacional. Es conveniente aclarar que esas tasas de interés son subsidiadas en un 5% por la provincia y otro 5% por la Nación.

Sistema de devolución. Tras el desastre dejado por las cenizas volcánicas que afectaron a la región en 2015, la Cooperativa se puso en campaña para repoblar los campos. En ese sentido, las familias más complicadas por los efectos de las cenizas recibieron 2.600 madres, de las cuales 1.300 fueron entregadas por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y las otras 1.300 por parte de Río Negro, para asistir a los productores afectados por la catástrofe natural. Cada productor tiene un año de gracia y dos años para devolver a la cooperativa las madres que recibió como préstamo, a razón de 10 chivitas por año y, a su vez son entregadas a otra familia de productores. Además el gobierno provincial entregó a los cooperativitas 4.000 ovejas Merino doble propósito, pero
como recurso no reintegrable. La cooperativa se queda con el 6 por ciento de los ingresos para su funcionamiento. El resto se distribuye entre los socios.

Por Eduardo Bustos para Super CAMPO

 

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