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13/04/2018

Cómo preparar el lote para pasturas

Principales aspectos a considerar para lograr una siembra exitosa de especies forrajeras para praderas. Recomendaciones de un experto. 300 plantas/m2 es el objetivo de logro a considerar al calcular la densidad de siembra.
PASTURAS. Una de los aspectos más importantes a tener en cuenta antes de la implantación de pasturas es el cultivo antecesor y las condiciones de fertilidad del suelo.

Antes de sembrar una pastura debe considerarse el cultivo antecesor en el lote y el control de malezas que haya tenido para evitar sorpresas en el año de implantación, como la resiembra de malezas que luego son difíciles de controlar en la pradera. El sistema actualmente más difundido es la siembra directa. En esta etapa también debe considerarse qué tipo de pastura se sembrará para las condiciones existentes, decidiendo -sobre esa base- su duración, el tipo de producción a realizar, y la influencia que tendrán en ella el suelo y clima. Según las diferentes condiciones de la Región Pampeana, las pasturas pueden agruparse en 2 grupos:

  • De rotación corta: implantadas para durar unos 3 años en suelos agrícolas. Se usan gramíneas como festulolium, raigrás itálico o perenne y cebadilla en campos con suelos más arenosos y menor régimen de lluvias. Y leguminosas como tréboles rojo y blanco y/o lotus corniculatus o tenuis. Para establecer la densidad de siembra hay que calcular que la cantidad de plantas logradas tiene que rondar las 300 pl/ m2; de las cuales 60% deberían ser gramíneas y 40% leguminosas.
  • De rotación larga: que se implantan para durar de 4 a 5 años. Pueden ser de base alfalfa para lotes con buen drenaje, destinados a tambo o engorde. En tanto, las implantadas en suelos mal drenados pueden tener como base la festuca -si son suelos de pH neutros o levemente salinos- o el agropiro -en suelos alcalinos-. En cuanto a la densidad de siembra es igual a las de rotación corta, de manera de lograr 300 pl/m2, pudiendo obtenerse logros un 30 a 40% menores en campos con más limitantes de suelo.

ANTERIOR. Pensar en el cultivo antecesor tiene directa relación con las condiciones en que trabajará la sembradora. Debe hacerlo sobre una superficie firme, con pocos rastrojos para que no afecte sus sistemas de control de profundidad. Al cosechar el cultivo antecesor debe verificarse que la cosechadora tenga distribuidores-picadores  regulados, tanto para distribuir uniformemente los residuos que despide el equipo, cuanto que su tamaño sea el menor posible.

Son buenos antecesores de una pastura el maíz para silo, el trigo y la moha, ya que los tres desocupan tempranamente los lotes. El primero -al retirarse toda la planta para ensilar- deja un rastrojo uniforme y está especialmente recomendado para praderas con especies leguminosas. En los tres es muy importante evitar que la cobertura tenga un alto enmalezado de gramíneas de verano.

El girasol y la soja de grupos cortos son buenos antecesores porque dejan poco rastrojo y desocupan el campo temprano. Pero la soja no es la más conveniente si precede a praderas de base alfalfa. No es conveniente elegir a las praderas viejas como antecesor.

CONTROL DE MALEZAS. Al tener las forrajeras poca capacidad de competencia frente a las malezas, cuya presencia puede causar daños irreversibles, su control debe hacerse en el lote asignado a una pastura desde el cultivo antecesor. En este sentido, los cultivos transgénicos resistentes al glifosato brindan una posibilidad excelente de evitar especies como gramón o alepo. Además, las malezas latifoliadas son de fácil control en un cereal de invierno en el año anterior, mientras que los herbicidas para praderas, además de tener limitaciones, son de las opciones más caras. Por eso es más barato y eficiente controlarlas en el ciclo agrícola anterior.

SUELO. La clave para conseguir un suelo con condiciones aptas para una implantación exitosa reside fundamentalmente en el tiempo de barbecho, más allá de que las condiciones intrínsecas del lote lo hagan apto para el desarrollo de las plantas.

Los tiempos de barbecho limpio deberían superar los 40 días, de manera de conseguir una descomposición de raíces que favorezca la formación de macroporos y disminuya la fijación de nitrógeno disponible por parte de los microorganismos. Es importante conocer los valores de fertilidad disponibles, particularmente para el caso del fósforo, nutriente decisivo para la supervivencia e implantación de las leguminosas.

Por Ing. Agro Gustavo Picasso para Super CAMPO.

 

 

 

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