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10/07/2016

Historias de huerta: mejorar la calidad de vida

Desde 1990, el INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación impulsan la producción de alimentos para crear emprendimientos familiares, terapéuticos y de inserción social. FOTOGALERÍA.

Con 26 años de historia y presente en el 90% de los municipios del país, el Programa Prohuerta es una política pública que transforma las realidades de más de 2.800.000 personas. Llevado a cabo por el INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, provee semillas, frutales, animales y capacitaciones e impulsa huertas y granjas en centros de salud mental, cárceles, escuelas y hogares. Además, financia obras de acceso al agua, promueve la producción de alimentos en Haití y su propuesta fue exportada a África para asistir en zonas afectadas por ébola.

En este sentido, Héctor Espina, director nacional del INTA, remarcó el impacto de la política pública y explicó que “si el Estado tuviera que comprar la verdura y entregarla en bolsones, gastaría 30 veces más”. Esto significa que, de los 800 mil kits de semillas distribuidos y con una estimación de siembra de la mitad, “el valor de la producción a nivel de bolsones, no de precio en verdulería, implica una inversión de 1 en 30”, manifestó.

De igual modo, Espina ponderó la articulación con la cartera nacional de Desarrollo Social y afirmó que “hay una decisión de sostener el Programa y se manifiesta en el hecho de que se está tramitando un expediente por más de $160 millones de presupuesto”. Este proyecto incrementa en $60 millones la asignación otorgada el año anterior y prioriza la inversión en áreas de acceso al agua, capacitación, armado de herramientas y comercialización, entre otras.

“El Prohuerta nace como un programa, pero se transforma gradualmente en una política de Estado; no hay muchos programas que duren 26 años y atraviesen distintos gobiernos”, planteó, al tiempo que remarcó la participación de escuelas, municipios y organizaciones y, sobre todo, la de más de 18 mil promotores que, en forma voluntaria, multiplican la acción en el territorio.

Calidad de vida

“Que el cuidado de las plantas se traslade a situaciones familiares es una de las cosas impensadas que puede generar la huerta”, señaló Adriana Arqueros, terapista ocupacional en los Talleres de Rehabilitación en Salud Mental, ubicados en el barrio porteño de Barracas, donde coordina un proyecto hortícola.

A través de esas experiencias, “un señor comenzó a cuidar a su sobrina nieta, porque la veía crecer como crecían las plantas en la huerta”, comentó la especialista. Según explicó, los cultivos, en principio, se utilizan para trabajar la adaptación de los pacientes aunque “la idea es que aquellos que avanzan y quieren seguir con la actividad, lo puedan hacer y, de hecho, así sucede”.

Además, aseguró que “la huerta es la única actividad en la que participan todos y permite que se encuentren dos veces por semana”, y remarcó la importancia del trabajo en la organización como medio para trasladarlo a las familias. “Muchos pacientes se llevan semillas y hacen las prácticas en sus hogares”, afirmó.

De este modo, Arqueros indicó que “el trabajo hortícola resulta una gran excusa para trabajar las habilidades sociales y está dirigido a personas que estén estabilizadas, es decir, que ya tengan adherencia al tratamiento”. “La intención es que los pacientes recuperen las habilidades que hayan perdido producto de la enfermedad”, agregó.

La terapista ponderó la articulación con el Prohuerta y describió que “genera un compromiso muy valioso por parte de la población el hecho de saber que, al regresar unos días después, aquello que sembraron y cuidaron se transforma en una planta”.

Talleres de Rehabilitación en Salud Mental es una entidad que depende de la Dirección General de Salud Mental del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Además de los talleres de huerta, se ofrecen actividades de herrería, pintura, carpintería y tapicería para dar tratamiento y rehabilitación psicosocial ambulatoria a personas con trastornos mentales severos.

Generar oportunidades

Ubicadas en el radio del Departamento Capital de la provincia de Corrientes, la Unidad Penal Nº 1 General San Martín, la Unidad Penal Nº 6 de San Cayetano y la Granja Yatay son espacios donde el Prohuerta promueve la inserción social de las personas privadas de libertad. En este contexto, los internos alojados desarrollan huertas y confeccionan sus propias herramientas.

Para Emmanuel Musante, técnico del INTA Corrientes que tiene a su cargo el proyecto con las unidades, “los objetivos de los talleres son múltiples, ya que tienen un sentido terapéutico, buscan afianzar la relación entre las personas y, además, se proponen mejoran la alimentación”. No obstante, resaltó que lo primordial es “que quienes están cumpliendo una condena en una unidad penal aprendan un oficio con vistas al momento de la libertad”.

Así, “al salir de la unidad, ellos podrán aplicar todos los conocimientos aprendidos durante este tiempo, referido a la producción de hortalizas, aromáticas y ornamentales y también sabrán cómo acercarse a una feria y vender los productos resultados de su trabajo”, afirmó Musante.

Pequeños promotores

Especialistas del INTA Chaco brindan capacitaciones que, pensadas en el marco del Prohuerta y adaptadas a estudiantes de sexto grado, buscan fortalecer los aprendizajes de los jóvenes y fomentar su participación en la política pública.

“Adaptamos los temas que trabajamos con los promotores, sumado al material de INTA Chicos, y desarrollamos capacitaciones teórico-prácticas sobre agroecología, seguridad alimentaria, huerta y granja, educación alimentaria y comunicación”, afirmó Félix Costa, técnico del Programa y responsable del proyecto Jóvenes Promotores.

Durante 2015, la iniciativa comprendió a nueve escuelas de la ciudad de Las Breñas y se extendió a otras localidades chaqueñas como Santa Sylvina, Corzuela, Charata, Pampa del Infierno y Gancedo, lo cual facilitó la formación de más de 400 chicos.

“Los jóvenes participan de un micro radial semanal en una emisora local”, comentó Costa y agregó que, a partir de la experiencia, “otras provincias como Corrientes, Formosa, Mendoza, Tierra del Fuego y Buenos Aires solicitaron el material para replicar el proyecto”.

Red de escuelas

Bajo la premisa “formador de formadores”, desde hace seis años especialistas del Equipo Regional de Apicultura del INTA Concordia –Entre Ríos– impulsan la Red de Escuelas. A través del proyecto, que recibe el apoyo de la Comisión Administradora de los Fondos Especiales de Salto Grande y del Consejo General de Educación provincial (CGE), ofrecen ciclos de capacitación en diferentes actividades agropecuarias y comercialización para que más de 1.500 alumnos y 124 docentes, convocados en 32 unidades educativas, puedan iniciar sus emprendimientos productivos.

Trabajo en red

“Esta es la historia de cómo el trabajo en red fortalece a sus integrantes pero, en mayor medida, de cómo potencia a la comunidad en dónde funciona”, reflexionó Laura Lafalla Manzano, especialista del INTA Mendoza, en referencia al proyecto que impulsan desde el Prohuerta local para producir huevos enriquecidos con omega 3, que refuerzan la dieta de las madres donantes del Banco de Leche Humana del hospital Luis Carlos Lagomaggiore.

“El omega 3 actúa en el desarrollo cerebral de los bebés prematuros”, indicó la especialista. Para dar respuesta a la demanda, desde el Programa se pensó una estrategia que significó una fuente de trabajo para 25 internos y 3 penitenciarios de la Granja Penal Gustavo André y la articulación entre varias entidades. Con el financiamiento de la Universidad Nacional de Cuyo, el proyecto es coordinado por la Facultad de Ciencias Agrarias y apoyado por otros actores.

“Hoy el proyecto está en ejecución y las gallinas ya están en plena postura; recientemente el INTI analizó el contenido de omega 3 en huevos, tanto crudos como cocidos, y los valores obtenidos fueron evaluados como muy buenos por los responsables del Banco de Leche”, apuntó Lafalla Manzano.

Gracias a la iniciativa, en la Granja Penal se montó una pequeña fábrica para producir el alimento balanceado que anteriormente se hacía en la facultad y se trasladaba hasta allí. Así, este esfuerzo se tradujo en “la producción semanal de 420 huevos enriquecidos, lo cual cubre las necesidades planteadas por el hospital –de 120 huevos– y deja el margen de comercialización de lo sobrante”, señaló.

Acceso al agua

Desde hace ocho años, Miguel Boasso, del INTA Salta, trabaja en la ejecución de obras hídricas para pequeños productores rurales. “Cualquier proyecto para obtener agua o mejorar su acceso nace desde la necesidad del grupo”, remarcó.

“El mayor proyecto en el que estamos trabajando es en El Rodeo y en La Zanja, que implica la provisión de agua a 32 domicilios rurales, con topografía de montaña y demográficamente dispersos”, describió Boasso, en referencia a las obras de captación, almacenamiento y conducción de agua superficial realizadas para dos comunidades salteñas, ubicadas en la Quebrada de Escoipe. Con la primera etapa ya finalizada, esta iniciativa se encuentra en una segunda fase de desarrollo que abarca la distribución desde las cisternas hasta los domicilios.

“Todos los proyectos que lograron ponerse en funcionamiento tuvieron un prolongado contacto con el grupo, la familia o la asociación y eso, para mí, es la mayor garantía para que el proyecto llegue a concretarse”, aseguró el técnico. Además, ponderó el aporte de otros organismos públicos como el Ministerio de Agroindustria de la Nación, el INTI, la Secretaría de Agricultura Familiar y la Secretaría de Recursos Hídricos de Salta, entre otros actores.

Impacto nacional

– 500.000 huertas familiares generan alimentos para el autoconsumo.
– 52.429 huertas familiares registran una producción de excedente.
– 10.853 huertas combinan autoconsumo y excedente y alcanzan una mayor escala.
– 3.724 son las huertas comunitarias en funcionamiento.
– 8.628 huertas escolares constituyen espacios para compartir saberes y prácticas.
– 192.000 granjas surgen gracias a la provisión de gallinas, pollos y conejos.
– 3.794 localidades y parajes del país son alcanzados por el Programa.
– El 73 % de las huertas familiares se ubican en áreas urbanas y suburbanas, con predominio de las localidades de hasta 50.000 habitantes.
– 800 especialistas y técnicos integran la estructura operativa.
– Más de 10.385 entidades como asociadas de base, hospitales y centros de salud, ONG, centros de jubilados, entidades religiosas, entre otras, adhieren a la red del Prohuerta.
– 400 ferias de economía social permiten la comercialización de diversos productos en el país.

De exportación a Haití

Una encuesta del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria de Haití afirmó que “el 93% de las familias involucradas en el Prohuerta mejoraron su situación alimentaria”. El Programa lleva una década en ese país, donde cuenta con más de 21 mil huertas, 5.200 granjas, 1.500 promotores y beneficia a más de 140 mil huerteros familiares.

El informe indicó que “el 86% de las familias dispone de mayor variedad y cantidad de alimentos, por lo que disminuyeron las compras en los mercados y aumentó su autonomía”. Como consecuencia de este cambio de hábito de consumo, “el gasto se redujo y pasó de dos tercios del ingreso mensual promedio a uno”, resaltó.

Prohuerta contra el ébola

Fronteras cerradas y mercados desabastecidos de alimentos básicos y desinfectantes para continuar con las campañas que prevenían del avance del ébola. Así se planteó la crisis en las zonas africanas afectadas por la enfermedad que, a su vez, convocó la ayuda de Jorge Crisafulli, cura argentino y misionero salesiano, que llevó la propuesta del Programa Prohuerta a algunas comunidades para promover la generación de alimentos.

“La idea de Prohuerta surgió en diálogo con el INTA para producir huertas familiares, ya que había funcionado muy bien luego de la catástrofe en Haití”, explicó Crisafulli. “El INTA se ofreció a hacer la traducción al inglés, con alimentos que pueden producirse en África occidental, para que las familias pudieran tener acceso”, agregó.

De esta manera, el Programa impulsó una experiencia de la que participaron más de 20 mil familias que tuvieron la posibilidad de generar sus alimentos y, además, controlar la sanidad e inocuidad de los productos consumidos a fin de evitar la propagación del virus.

FUENTE: INTA Informa

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